Luz afuera, oscuridad adentro
Escrito por Gehard Cartay Ramírez   
Martes, 20 de Octubre de 2009 21:06

altNunca este popular refrán había tenido tan exacta aplicación como con el actual régimen que sufrimos los venezolanos. Mientras en Venezuela sobrellevamos el suplicio de los apagones diarios y continuados por culpa del régimen chavista, este, a su vez, demostrando un cinismo grotesco, gasta millones de nuestros petrodólares para resolver los problemas de energía eléctrica de otros países. La semana anterior, el presidente de Bolivia anunció que el régimen venezolano le aportó 80 millones de dólares para resolver los problemas de fluido eléctrico en aquel país. Hay que recordar también que desde 2005, el régimen chavista está gastando 200 millones de dólares en el Plan de Electrificación de La Habana, Cuba. Ese mismo año, se le dieron 500 millones de nuestros petrodólares al régimen nicaragüense para reparar su deteriorado sistema de electrificación nacional. También hay que mencionar que desde 2006 Venezuela financia un convenio entre Cadafe y la Administración Nacional de Usinas y Trx Eléctricas del Uruguay por un monto superior a los 10 millones de dólares.
Sin embargo, el servicio eléctrico en Venezuela hoy está colapsado por culpa de este mismo régimen que anda regalando nuestro dinero a otros países para que arreglen sus problemas eléctricos, mientras en el suyo las tinieblas, los apagones y los cortes frecuentes están acabando con la paciencia de los venezolanos.

Y todo ello sucede a pesar de que, desde hace varios años, diversos sectores profesionales y técnicos vienen advirtiendo sobre el colapso inminente del servicio de energía eléctrica en Venezuela, debido a la desidia, la negligencia, la irresponsabilidad y el descuido a que lo ha sometido el actual régimen, por falta de inversiones en nuevas centrales eléctricas, redes, líneas, equipos, etc., etcétera, así como por la ausencia de programas de mantenimiento de las centrales existentes.

La incapacidad del chavismo en el poder es, en este sentido, realmente escandalosa. Precisamente porque el actual régimen abandonó en esta última década la producción, transmisión y distribución del servicio eléctrico, el país sufre ahora un déficit de energía que se ubica en 30 por ciento y sigue creciendo de manera acelerada. Por si fuera poco, las centrales hidroeléctricas que construyó la República Civil entre 1959 y 1998 hoy están colapsadas por falta de mantenimiento, comenzando por la de Guri. Obras que se venían construyendo, como la de Uribante Caparo, fueron paralizadas desde hace 10 años.
Pero el cinismo del jefe del régimen es infinito, al igual que la estupidez, según decía el sabio Einstein. El jueves pasado, durante un show televisado de eso que mientan Consejo de Ministros, no consiguió otra justificación más genial para los frecuentes apagones que adjudicárselos «al derroche» que, según él, hacemos los venezolanos en materia de electricidad.
¡Como de costumbre, ni él ni su inepto régimen son culpables! No es culpa suya que en estos nefastos 11 años no se hayan construido nuevas centrales eléctricas, ni líneas de transmisión, ni se hayan mejorado las ya existentes, mientras Don Regalón sigue repartiendo millones de dólares a otros países. Nada de eso: los culpables somos los demás venezolanos, por «el derroche» que hacemos con la energía eléctrica. Mientras tanto, hipócritamente piden ahorrar energía, ellos que se apropian y malbaratan el presupuesto nacional.
Afortunadamente, el pueblo venezolano sabe muy bien que los apagones y la crisis eléctrica en toda su dimensión son culpa del régimen chavista y de nadie más. Y sabe también que la gravísima situación del país a todos sus niveles es producto de la falta de un gobierno eficiente, honesto y sensible.  

Los venezolanos sabemos igualmente que, si en lugar de haber regalado a otros países 50 mil millones de dólares en estos casi 11 años de desgobierno, el régimen chavista se hubiera ocupado de resolver los gravísimos problemas que vivimos los venezolanos, la situación sería otra. No estaríamos viendo hoy cómo crecen el hambre y desnutrición; los servicios públicos colapsados; la inseguridad matando centenares de miles de compatriotas; los hospitales en la ruina; la mayoría de las escuelas destartaladas; miles de familias pobres sin viviendas dignas; las universidades autónomas estranguladas económicamente, etc., etcétera.  
¡Ya basta de tinieblas, tanto las del régimen como las de los apagones!


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