| Inseguridad revolucionaria |
| Escrito por Gustavo A. Cedillo Vaz |
| Miércoles, 01 de Julio de 2009 08:53 |
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Todo el sistema fue comandado o dirigido por tres personajes de poco conocimiento o preparación técnica, la seguridad estaba a cargo de quienes bajaron de la Sierra y el Escambray, los ciudadanos J. Almeida, quien en la dictadura de Batista era parqueador en el Hotel Habana Hilton; Ramiro Valdés, un mediocre empleado público y Efigenio Almejeiras, un simple ciudadano y todos con intelectualidad o profesionalismo en cero puntos; al paso de los años fueron dirigidos por un guerrillero apodado Barba Roja, quien lideró el sistema de seguridad hasta que Fidel decidió eliminarlo y colocó a Ramiro Valdés en esa jefatura y Almejeiras en la Policía. Hoy, Ramiro es Comandante y gobernador de la Provincia de Oriente; acabamos de ver que el hijo del hoy Comandante Almeida, trató de huir de su país y fue detenido, o sea que ni aun siendo su padre un Comandante de la Revolución, ese joven podía disfrutar de la libertad ciudadana que todos anhelamos. En Venezuela se imita esta situación en algunos aspectos, hay ciudadanos en cargos que no le corresponden por ser escasos en conocimientos y capacidad, que actúan bajo el asesoramiento cubano. La inseguridad va creciendo cada día, no hay ninguna respuesta, en Cuba se mantuvo la misma situación con el objeto de lograr que el sector pudiente del País, buscara salir de él, como en efecto hizo la gran mayoría que se radicó en distintos sectores del mundo, como EEUU, Venezuela, España, etc. En nuestra Venezuela no se permite el uso de armas libremente, pero notamos el porte de ellas en cada acto importante ocurrido, vestidos de civil, sin identificación alguna y a veces con encapuchados, los vemos entrar a la UCV, los vemos en motos recorriendo todos los sectores donde radican los opositores al régimen, además cada día aumentan las muertes, los secuestros y atracos y nadie hace nada. Igual notamos que los servicios policiales detienen a una persona y a los pocos días está en libertad. Todo esto ha creado inquietud en los ciudadanos y los lleva a pensar en irse del país, lo cual disminuiría al sector de oposición, pero hasta ahora no se ha podido crear el pánico que se pudo crear en Cuba. Importante señalar, que Cuba no tenía Fuerza Armada institucional, solo existían grupos con índole militar, pero no egresados de Academia como en otros países, incluida Venezuela; solo se enviaban a algunos a estudiar a EEUU para capacitarlos en la programación de defensa del País; aquí en nuestro suelo eso resulta más difícil de lograr porque hay promociones de oficiales con formación académica y sentir democrático que no sostienen el llamado socialismo bolivariano. O sea que la inseguridad logró espantar gente de Cuba, pero hasta ahora, aquí no ha logrado ese fin. Para combatir la inseguridad reinante, no es difícil producir decretos o resoluciones que insten a los portadores ilegales de armas, a su entrega a cambio de algún beneficio, puede ser dinero, alimentación, vivienda, o algo que le permita mejorar su vida; eso lo propuse al entonces Jefe del organismo que se creó a comienzos del gobierno y que se denominó Fondo Único Social (FUS), dirigido por el Tcnel. W. Fariñas, se buscaba comprar o adquirir por intercambio el armamento que escondía el pueblo, pero no pudo llevarse a cabo, por motivos que desconozco. Ahora, es tiempo de volver a pensar en pedir el cambio de armas por otros objetos que sirvan para la vida pacífica, decomisarlas a todo aquél que las utilice o exhiba y en ningún caso guardarlas en parques, sino aplicar lo que siempre recomendé, destruirlas en público, colocarlas en la Avenida Los Próceres y pasarles unas aplanadoras por encima para destruirlas en presencia del público y los medios, no como he visto, se enseñan y se vuelven a recoger, lo cual hace pensar que pueden volver a la calle y seguir en ese círculo vicioso de inseguridad que cada día termina con vidas jóvenes y útiles, agravado ello porque, además, nunca se captura a nadie y cuando eso sucede, los jueces o fiscales no se sienten con la autoridad y autonomía suficiente para condenarlos. La inseguridad se elimina combatiéndola de frente, actuando con la plena convicción de que la seguridad jurídica es condición esencial para la vida y el desenvolvimiento de las naciones y los individuos que la integran, creando condiciones que garanticen la aplicación objetiva de la Ley, de tal modo que los individuos conozcan en cada momento sus derechos y obligaciones, sin que la ignorancia, el capricho, la torpeza o la mala voluntad de los gobernantes puedan causarles perjuicios. Veremos las consecuencias, para gobernantes y gobernados, si no se controla la inseguridad…
Fuente: Diario de América |
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