De la urgida autoconstrucción personal y social
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 23 de Diciembre de 2024 00:00

altUna noción tan elemental como la de transitar peatonal o vehicularmente por la derecha, está desapareciendo.

Se dirá, algo hasta costumbrista que aprendimos en casa, trillado por una larga escolaridad, ya no cabe en los libérrimos o aparentemente libérrimos espacios públicos, por lo que la sana y pacífica convivencia es poco más que una inconveniencia y riesgo.

La unidad familiar ha perdido sentido, a favor de dos circunstancias inmediatas: la diáspora y la complicidad que trascienden los lazos consanguíneos. Uno y otro fenómeno, adquieren un visado de normalidad que sorprende, pues, con el tiempo, el rompimiento, la división y distanciamiento es un asunto tan inevitable como el testaferraje en el que derivan los negocios turbios.

El Estado y las entidades de la sociedad política y civil, perdieron el voltaje necesario para la socialización de los principios y valores, los más antiguos y los más contemporáneos que contribuyen, al fin al cabo, a nuestro bien, al personal y común.  La desocialización se convierte automáticamente en la mera e incesante propagación de los antivalores, cambiantes y crecientemente dañinos que suelen apelar a la violencia para sostenerse, dizque legitimando a la propia insensatez y la infinita provisionalidad.

Por supuesto, hay un contexto que debemos transformar, generador de la situación planteada, pero también la urgencia de un testimonio personal, reconstruyendo un sentido de la vida y de la misma sociedad reivindicando en todo lo posible nuestra más limpia convivencia y la cercanía familiar, por ejemplo, ahora tan  accidentados, con nuestros referentes occidentales y occidentalizadores, como el amor, la paz, la justicia, la solidaridad, el respeto, la tolerancia,  el trabajo,  etc., etc.  Significa edificarnos a nosotros mismos, a pesar del asfixiante contexto, recuperando aquello que nos haga ser más, apuntando a una pedagogía del buen ejemplo.

En vísperas de la Navidad, nos viene a la memoria una ilustración de Denis Zilber que nos sugiere como un rompecabezas. Rehacernos es nuestra responsabilidad, según los valores y principios humanísticos que informan de nuestro bien y de toda la sociedad, en los términos de una libertad quelibera.

Valores y principios que conducen a un establo de Belén, dispuestos a trascender. Incluso, aun no siendo creyentes,  capaces de edificarnos al edificar al otro y a los otros.

Les deseamos a nuestros generosos y pacientes lectores una feliz Natividad, agradecidos por la oportunidad que nos ha concedido Iván Méndez y Opinión y Noticias para publicar nuestras modestas reflexiones. Bastantes los años, empleamos un portal que nos honra.

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