Apostar al cambio no es fácil
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Sábado, 12 de Abril de 2025 09:37

alt¿Cuántas intenciones de cambio, son afectadas por la inercia de las debilidades?

La historia política universal, está plagada de anales que relatan el fracaso de procurados procesos de cambio. Asimismo, la historia política e institucional de organizaciones ha experimentado iguales decepciones. Todas, propias de realidades que atiborran la geografía planetaria. Inclusive, la geopolítica internacional. ¿Y qué decir de historias individuales o personales? Del mismo modo, revelan el fiasco de intenciones de cambio que perfilan la vida de hombres y mujeres de toda clase de apego económico, social o cultural.

Buena parte de las razones que explican tan anecdóticos problemas, se deben al escaso o nulo manejo de criterios de las ciencias sociales y política que pecan corporaciones, empresas, colectivos e individuos. Particularmente, al ufanarse -sin sentido alguno- de disponer del conocimiento necesario que garantizaría la debida desenvoltura operacional que pudo haber liberado las trabas de la incertidumbre toda vez que envuelven el complicado abordaje del proceso de cambio pretendido. 

 

El fondo del problema

En principio debe saberse que en el fondo del problema se esconden causales relacionadas con gruesas confusiones conceptuales y metodológicas entre lo que concibe la Teoría del Cambio, y lo que implican los conceptos de organización, planificación, administración de conflictos, gestión situacional y sistematización de transformaciones. Habida cuenta que debajo de tan particular terreno conceptual, por el cual transita el cambio como proceso, se movilizan la sociología y la psicología. Al igual que la teoría de la incertidumbre, teoría de gobierno, teoría de sistemas y la teoría económica, principalmente.

Sin duda, que la retórica del cambio está en todas partes. Desde la condición estética del ser humano, hasta los criterios de selección que inciden en la funcionalidad de toda organización y decisión. Esto podría traducirse mediante la siguiente pregunta: ¿Qué persona renuncia al cambio que -corrientemente- atañe a su compostura, vestimenta o proyecto de vida? Se respondería con una sola palabra: ninguna. 

 

Un concepto de “cambio”

Por otro lado, cabe preguntarse: ¿qué organización se rezaga a conciencia, ante la factibilidad que ha de brindarle la necesidad de optimizar su eficiencia basándose en la ventaja que le proporcionaría adoptar el cambio como razón que garantice el mejoramiento organizacional o rendimiento práctico? Se responde igual que la anterior interrogante. Es decir: ninguna. A menos que la intención se muestre retorcida.

 

Esto se entiende fácilmente. Sobre todo, después de reconocer y aceptar las bondades de todo cambio que se dirija a avanzar de cara al impulso que compromete su ejecución. Desde esta perspectiva, la Teoría del Cambio habla de “cambio” como el tránsito entre estados de una realidad cuya transición asegura varias ventajas. Entre otras: 1). El provecho implicado por el esfuerzo que demanda el esfuerzo que exige asumir el cambio 2). El conocimiento que afianza su manejo operacional 3). La comprensión de las circunstancias que rodean el cambio, y 4). La compenetración asociada con los objetivos a ser alcanzados.

Lo anterior permite inferir que, la vida misma es una sucesión de cambios que van fraguándose uno a uno. Entonces, ¿cómo no admitir y concienciar que todo en la vida, opera alrededor de un cambio? Bien sea imperceptible o súbito, dada las proporciones de su magnitud, vista como el mismo cual circunstancia ocasional. O un cambio tan considerable o notable, dado su relevante magnitud como acontecimiento.

 

Opiniones significativas

Ya Heráclito de Éfeso, filósofo griego, también conocido como el Filósofo del Cambio y de la Unidad de los Opuestos, por la naturaleza predictiva y paradójica de su filosofía, había dicho que “no hay nada permanente, excepto el cambio”. Lo que no es menos cierto por cuanto debe reconocerse que la vida cambia constantemente, quiérase o no. Para bien o no. Pero cambia. O podría decirse, que se transfigura de continuo.

Siglos luego, el escritor y científico Isaac Asimov, refería que “el cambio es la única constante en el Universo” Más adelante, la escritora y periodista Ellen Glasgow, para aludir al cambio al cual confrontaba por su tarea periodística, llegó a opinar que “el cambio ocurre cuando la necesidad de quedarse es menos importante que el impulso de avanzar”.

 

Al cierre

No cabe pues discusión cuando ha de reconocerse que el cambio ocupa un espacio fundamental e intangible en la vida de todo. Y cuyo tiempo de procesamiento cognitivo y operativo, puede ser tan inmediato, como pausado. A veces, de algún modo, puede ser mediato.

Así suele ocurrir, dado el carácter de persuasión y estructuración que los momentos de configuración del cambio, contemplan. Ello podría incitar la idea de que el cambio no se procesa mágicamente, puesto que su desarrollo exige concienciar intenciones, razones e ideales. Asimismo, voluntad de toda índole. 

Por eso el presente análisis refiere la irrebatible realidad que contempla el cambio en tanto que proceso. Por eso, esta disertación se intitula con la certera frase que revela la verdad que hay debajo de toda decisión dirigida a cambiar realidades. O, portes. Razón suficiente para asentir que aunque existen situaciones en que el cambio es tenaz cuando se ocurre, apostar al cambio no es fácil.


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