Nochebuena de 1944 (I): Navidades en la Segunda Guerra Mundial (IX)
Escrito por Carlos Balladares C. | X: @Profeballa   
Jueves, 26 de Diciembre de 2024 00:00

altEl 24 de diciembre de 1944 tres soldados estadounidenses, uno de ellos herido, se encontraban perdidos en el bosque

de las Ardenas en medio de la contraofensiva alemana. La temperatura bajaba y era imposible no soñar con una caliente cena de Noche Buena reunidos en familia. Muy cerca había una cabaña donde un niño alemán de 12 años Fritz Vincken se sentía afortunado porque había logrado el permiso para cenar con su madre la víspera de la Navidad, aunque le dolía haber perdido a su hermano mayor dos años antes en Stalingrado y no saber nada de su padre desde hace varios meses. Escuchó que tocaron la puerta y al abrirla sintió miedo al ver tres “amerikaners”, pero su madre (Elisabeth) se dio cuenta que uno de ellos estaba herido y no dudó en atenderlos. Al rato volvieron a tocar y esta vez eran cuatro soldados alemanes que pidieron pasar la noche protegidos del terrible clima, Frau Vincken le dijo que sí y que incluso les daría de cenar con la sola condición que dejaran las armas aparte. Al estar dentro les informó de la presencia de los estadounideses pero les advirtió: “¡estamos en Nochebuena y acá no habrá guerra, la guerra queda fuera!”. Todos pudieron haber tomado otra decisión, pero aceptaron la tregua que ella no les había consultado. Así cenaron juntos, un germano atendió al herido, y luego cantaron villancicos, incluso descansaron y al día siguiente los alemanes les indicaron en qué dirección estaba el frente. Era la mañana de Navidad y todos habían logrado que el Dios Amor renaciera en sus corazones en medio de la guerra más cruel de la historia.

La película para la TV: Silent night (Rodney Gibbons, 2002) reconstruye los hechos con un grado de ficción, para ofrecernos personajes extremos que permitan mostrar la dificultad en lograr una tregua en medio de la guerra. Y finalmente dejarnos un mensaje antibelicista, centrado en la capacidad que tiene la Navidad (el nacimiento de Jesucristo, aunque sé que los agnósticos hablarán solo de la fraternidad) para transformarnos. El hecho fue conocido gracias a un texto publicado por “Selecciones” del Reader’s Digest en enero de 1973, posteriormente se reconstruyó en el filme: Truce in the forrest (Jim Lawrence, 1977) y el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan habló de él en un discurso en 1985. En 1995 fue presentado en un programa de TV llamado “Misterios no resueltos” al preguntarse por el verdadero nombre de los soldados protagonistas (no se conocían los apellidos), lo cual permitió que una persona se pusiera en contacto con el programa, y finalmente Fritz y el sargento Ralph Blank se reencontraran al año siguiente. 

No conozco de otra tregua esa noche, pero existen testimonios y trabajos historiográficos con bastante detalles de esos días. Me impresionó como la prensa alemana tiene varios reportajes sobre la Navidad de 1944, y del lado británico consulté el libro: Mike Brown, 2005, Chrismas on the home front, el cual tiene otro texto del 2012: A wartime Christmas, 1939-1945 pero que no pudimos consultar. Del lado estadounidense está el magnífico: Kevin Prenger, 2019, Christmas under fire, 1944. The last Christmas of World War II. En mi anterior entrega hablé del texto: Anthony Beevor, 2015, Ardenas 1944: la última apuesta de Hitler; que tiene una descripción detallada de los hechos en cada día de la batalla. Es probable que el peso del cine antibelicista junto a la pequeña tregua que describimos inspiró dos filmes sobre las Ardenas que tratan de algunas expresiones de fraterinidad entre los soldados: A midnight clear (Keith Gordon, 1992) y Everyman’s war (Thad T. Smith, 2009). No tiene el mismo sentido la pésima producción del 2020: Battle of the Bulge: Winter War (Steve Luke).

La mayor parte de los documentales que explican la Batalla de las Ardenas (del 16 de diciembre de 1944 al 25 de enero de 1945) se centran en la lucha en torno a Bastogne, reforzando el mito al que le dedicamos nuestra anterior entrega. Y la verdad es que en torno a Navidad se dieron los combates más encarnecidos porque era un lugar estratégico y Adolf Hitler se empeñó en tomarla; y al mismo tiempo los estadounidenses en resistir y en rescatarla por medio del Tercer Ejército comandado por el general George C. Patton. En la película Patton (Franklin J. Schaffner, 1970) se muestra dicho rescate que obligó a una rápida marcha de 200 kilómetros, pero con grandes dificultades porque el clima impedía la cobertura aérea. Patton pide al capellán católico el presbítero James Hugh O’Neill que busque una oración para pedir por el despeje de los cielos, no consigue una pero la redacta de inmediato y el general manda a que se impriman 250 mil copias para que todos los soldados la recen con su saludo de Navidad.

Dios todopoderoso y Padre misericordioso, humildemente te suplicamos, por tu gran bondad, frenar estas copiosas lluvias con   las que hemos tenido que lidiar. Concédenos tiempo para la batalla. Escúchanos amablemente como los soldados que te     invocan para que, armados con tu poder, podamos avanzar de victoria en victoria, y aplastar la opresión y la maldad de nuestros enemigos, y establecer la justicia entre los hombres y las naciones. Amén.

A cada oficial y soldado del Tercer Ejército de los Estados Unidos les deseo una feliz Navidad. Tengo plena confianza en tu coraje, dedicación al deber y habilidad en la batalla. Marchamos en nuestra fuerza para completar la victoria. Que las bendiciones de Dios descansen sobre cada uno de vosotros en este día de Navidad. 

Gs Patton Jr. Teniente General, Comandante, Tercer Ejército de los Estados Unidos.

La serie de HBO Band of brothers  (Tom Hanks & Steven Spielberg, 2001) nos muestran la Nochebuena y el día de Navidad en el episodio 6 “Bastogne”, como días terribles en que el sanitario Eugen Roe visita constantemente el hospital en la villa y conoce a las famosas “ángeles de Bastogne” que fueron las enfermeras belga Reneé Lemaire y la congoleña Augusta Chiwy, ambas morirán en el bombardeo de la Luftwaffe. Beevor afirma que esa noche los enfermos recibieron raciones de coñac y escucharon la canción “White Christmas” muchas veces. En general en la zonas liberadas los soldados Aliados tenían suficiente comida para celebrar y fueron generosos con la población civil en este sentido. Muchos niños lo recuerdan cómo la primera Navidad feliz. Los combatientes alemanes al contrario carecían de alimentos en las Ardenas pero fueron acogidos en un real espíritu navideño por las familias belgas. Todos, tanto Aliados como germanos, cantaron “Stille Nacht, heilige Nacht”; y los más afortunados asistieron a la misa de gallo junto a los civiles. Los menos, la pasaron en sus “pozos de tirador” congelándose, pero dando saludos de “Merry Christmas!” e incluso llegaron a escuchar frente a ellos a los alemanes cantar.

La realidad de la guerra no pudo ser detenida en el día de Nochebuena en la aldea de Bande cercana a Bastogne donde tropas de colaboracionistas integradas a las SS (fascistas belgas, franceses y holandeses) esperaron a que el pueblo saliera de la misa de gallo. En las puertas del templo seleccionaron a los hombres entre 17 y 31 años y los enviaron a un aserradero cercano y después de interrogarlos los fusilaron. Otra tragedia ocurrida ese día fue la de los soldados estadounidenses de los Regimientos 262ª y 264ª División de Infantería 66 que eran transportados por el SS Leopoldville desde Gran Bretaña a Cherburgo (Francia), para incorporarse a la Batalla de las Ardenas. Frente al puerto francés el submarino alemán U-486 lo atacó burlando la escolta de  destructores. De 2235 soldados, más de 700 fallecieron principalmente por una serie de errores que se cometieron en el rescate (por esta causa no fueron conocidos los detalles e informes hasta 1959). Los sobrevivientes fueron consolados con los cuidados y cantos de villancicos por parte del personal afroamericano del hospital militar del US Army.

En las Ardenas después de la “oración de Patton”, los días 23 al 26 fueron claros, y la aviación Aliada arrasó con los tanques y tropas de la Wehrmacht. Los provisiones llovieron sobre Bastogne, y el 25 de diciembre un Pattón exultante escribirá en su diario: “El día de Navidad amaneció despejado y frío; un tiempo magnífico para matar alemanes”. Al día siguiente llegaría a la villa rescatando a la 101º división aerotransportada. La contraofensiva alemana había fracasado, y muchos de sus tanques y transportes tuvieron que ser abandonados por falta de combustible. Es imposible en uno de solo de nuestros artículo conocer la Navidad de todos los frentes, por eso en nuestra próxima entrega seguiremos con las navidades de 1944 en Italia, Hungría, Grecia y Alemania, junto al frente del Pacífico. E incluso podremos agregar algo del Año Nuevo de 1945 y otras ideas del “Radiomensaje «Benignitas et Humanitas» de su Santidad Pío XII en la víspera de Navidad” (24 de diciembre de 1944) con la que deseamos concluir deseándole a todos nuestros lectores una Feliz Navidad y que el Niño Jesús nos otorgue la dicha de seguir escribiendo sobre esta fascinante historia.

«Benignitas et humanitas apparuit Salvatoris nostri Dei» (Tt 3, 4). Por sexta vez, desde el comienzo de la horrible guerra, la santa liturgia de Navidad saluda con estas palabras, que exhalan serena paz, la venida entre nosotros del Dios Salvador. La humilde y pobre cuna de Belén atrae, con aliciente inefable, la atención de todos los creyentes.

Hasta lo más profundo de los corazones, entenebrecidos, afligidos y abatidos baja un torrente de luz y de alegría, invadiéndolos completamente. Vuelven a alzarse serenas las frentes inclinadas, porque Navidad es la fiesta de la dignidad humana, la fiesta del «admirable intercambio, por el cual el Creador del género humano, tornando un cuerpo vivo, se dignó nacer de la Virgen y con su venida nos donó su divinidad» (Ant. 1 in 1 Vesp. in Circumc. Dom.).

Pero nuestros ojos vuelan espontáneamente desde el esplendoroso Niño del portal al mundo que nos rodea, y la dolorida exclamación del Evangelista Juan sube a nuestros labios: «Lux in tenebris lucet et tenebrae eam non comprehenderunt » (Jn 1, 5): la luz resplandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas no la han recibido.

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