¿Dónde está la verdad?
Escrito por Luis Fuenmayor | X: @LFuenmayorToro   
Lunes, 13 de Enero de 2025 00:00

altQue, en toda guerra o confrontación importante, la primera perjudicada es la verdad,

es algo que todos sabemos pues lo hemos oído desde niños, generalmente aplicado a hechos trascendentes de la historia humana, como conquistas de unos pueblos por otros, colonizaciones, guerras en general, explotaciones de naciones enteras, genocidios, grandes sabotajes y un largo etcétera. Sabemos también que la historia es escrita inicialmente por los vencedores, quienes presentan e imponen su versión, aunque los vencidos en muchos casos logran luego presentar sus visiones de lo ocurrido y pueden llegar incluso a posicionarlas, lo que nos da la posibilidad de estar más cerca de interpretar los hechos de manera más objetiva. También hemos visto como los poderosos del mundo van paulatinamente modulando una versión de los sucesos, de manera de ir cambiando la realidad de lo ocurrido y dibujando un escenario proclive a la satisfacción de sus intereses.    

Pero una cosa es entender lo señalado y otra, muy distinta es sentirlo en todo momento en nuestra vida diaria, en la cotidianidad, tanto en el caso de cosas importantes, como en el de las más pequeñas y de poca significación. Vivir en un ambiente, donde se hace casi imposible saber qué realmente ocurre, es inquietante y perturbador. Y mucho más ahora, con la llamada inteligencia artificial, que permite presentar hechos irreales, situaciones inventadas, con personas de la vida real conocidas por todos, a quienes vemos actuando sin ser ellos realmente, sin haber dado su consentimiento, pues no se trata del caso de una película o de un video, donde los actores son seres reales, personas vivas existentes, que encarnan en forma voluntaria personajes diferentes o imaginarios.

Lo único cierto que podemos decir es que la verdad está profundamente lesionada y comprometida en la confrontación política mundial, pero también en la existente en Venezuela en este momento. No es un hecho nuevo, ni en nuestro caso ni en el del mundo, pero ha alcanzado cualidades no vistas anteriormente. Hoy, es casi imposible asegurar nada que no veamos directamente y, en este caso, una parte de quienes nos escuchen simplemente no nos creerán. Ya no se trata de lidiar con las percepciones de los fanáticos, nacionales ni mundiales, de cualquiera de los polos de las contradicciones en curso. No se trata en Venezuela sólo de discutir con un chavecista obnubilado o enceguecido totalmente por su fanatismo enfermizo; no se trata tampoco sólo de enfrentar a los fanáticos igualmente enfermos de la oposición voluntarista violenta de María Corina. Es peor, la situación.

Un articulista amigo (Jesús Puerta, 10-1-2025, Aporrea.org) recientemente decía, que se guiaba en sus análisis por lo aprendido sobre las categorías estéticas, concretamente: lo grotesco, lo cómico y lo épico, y sin teorizar mucho puso, como ejemplos de las mismas, a situaciones políticas recientes de nuestro país. Habló del desproporcionado y amedrentador despliegue militar-policial-parapolicial del gobierno, para enfrentar las protestas ciudadanas por la juramentación de Nicolás Maduro, como un ejemplo de algo grotesco, por innecesario, desagradable y hasta ridículo. Como cómico, calificó a un comunicado de los partidos que llama “alacranes”, en el que las críticas al gobierno son intrascendentes y superficiales. De hecho, la subjetividad sigue aquí muy presente, pero la categorización ayuda en algo a entender las cosas, aunque lo grotesco puede transformarse en cómico y lo cómico a su vez puede ser grotesco.     

Ratificando que hoy es muy difícil llegar a la verdad de los hechos, pues tanto quienes gobiernan como quienes se le oponen beligerantemente mienten en forma totalmente descarada, sólo podemos aproximarnos a la verdad recurriendo al análisis de las versiones de los hechos que nos presentan los polarizados enfrentados, a menos que tengamos una versión presentada por alguien creíble. En este sentido, siempre ayuda responder la pregunta de a quién favorece y a quién perjudica el hecho sucedido. También es importante estudiar la coherencia del relato de lo que se afirma sucedió, así como las contradicciones de las distintas versiones presentadas por los denunciantes. ¿Son lógicas las explicaciones que se dan de lo ocurrido? ¿No rayan en la comicidad alguna de las versiones de los hechos? ¿Qué cosas son inexplicables en las mismas? ¿Se trata de esconder algo con el hecho denunciado?  


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