¿Caerá el régimen de los ayatolas?
Escrito por Trino Márquez C. | X: @trinomarquezc   
Jueves, 19 de Junio de 2025 03:24

altTodavía es demasiado pronto para saber qué pasará en la actual guerra entre Israel e Irán.

Sin embargo, sí es posible afirmar que lo que en apariencia comenzó como una ofensiva militar para destruir el programa nuclear iraní –que según las fuentes oficiales sólo persigue fines pacíficos-, se ha convertido en un ataque feroz cuya finalidad consiste en aniquilar el régimen teocrático instalado en el país persa desde 1979, cuando triunfó la revolución liderada por el ayatola Ruholá Jomeiní. El movimiento derrocó a Mohammad Reza Pahleví, el último sah. Jomeiní es considerado el fundador de la República Islámica de Irán, donde la figura del Ayatola representa la autoridad suprema del Estado y la nación. 

El propósito de pulverizar el gobierno de los ayatolas ha sido expresado por Benjamín Netanyahu en varias oportunidades durante los días recientes. Incluso, el primer ministro israelí ha llamado al pueblo iraní a sublevarse contra la tiranía. ¡Quién lo dice!

Del mensaje de Netanyahu, se ha hecho eco el hijo mayor de Reza Pahleví, quien vive en Estados Unidos y se siente ‘heredero’ del trono dejado por su padre.  Este señor declaró que cuenta con un programa para impulsar el desarrollo económico y la democracia en Irán, que aplicaría tras la salida de los actuales gobernantes. A lo mejor el hijo del Sha ha sostenido contactos con figuras de la oposición, que ven con nostalgia el pasado imperial del país.

El derrumbe de la teocracia iraní y su sustitución por un gobierno con el cual los norteamericanos y los israelitas puedan dialogar y entenderse, terminaría de reconfigurar el mapa político del Medio Oriente, y le daría a Israel un nuevo protagonismo en la región. El modelo podría ser la Siria que está construyéndose después del destronamiento de Bashar al Assad.

En las actuales circunstancias, el modelo liderado por el ayatola Alí Jamenei, de tendencia chiíta, representa un factor de inestabilidad y perturbación permanente en todo el Medio Oriente. La enconada rivalidad de Irán con Arabia Saudita, del ala sunita, obstaculiza cualquier pacto duradero en la zona y constituye un peligro para la paz de la región. Arabia y países como Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Catar podrían ver con agrado el cambio en la cúpula dirigente de Irán. Un nuevo liderazgo en Irán podría facilitar alianzas y entendimientos de largo plazo con Estados Unidos y la Unión Europea, además de servir de muralla a cualquier pretensión expansionista y hegemónica de la Rusia de Vladimir Putin.

En el enfrentamiento con Israel, Irán está demostrando que es bueno para asesinar jóvenes que no llevan el velo islámico bien colocado y reprimir a manifestantes desarmados, pero que su Ejército es incapaz de resguardar la integridad del territorio nacional y la seguridad de sus altos mandos. En pocos días han muerto dos comandantes de la Guardia Revolucionaria Islámica y de otros cuerpos del aparato militar.  De acuerdo con los indicadores económicos a los cuales se puede acceder, resulta muy difícil y oneroso para la nación embarcarse en una guerra prolongada con Israel. El arsenal de Netanyahu, mientras cuente con el respaldo de Estado Unidos, es casi infinito.  En cambio, la posibilidad de que Irán renueve constantemente su armamento y abastezca sus fuerzas de ataque, resultan muy limitadas. 

El costo del conflicto sería demasiado alto para una nación que ha vivido sancionada y relativamente aislada durante décadas, cuyas inversiones son reducidas y con cuestionamientos internos a la legitimidad de sus líderes. Además, Rusia, su aliado durante las últimas décadas, confronta severos problemas por la invasión a Ucrania; y Hezbolá, la milicia chihíta más importante del Medio Oriente, quedó diezmada después de los embates de Israel en 2024, cuando fue asesinado Hassan Nasrallah, su líder máximo, y la explosión en el Líbano de celulares intervenidos por el Mossad, causaron pánico entre sus militantes.

A este cuadro tan precario para el gobierno iraní, hay que agregar la postura de Donald Trump, quien –a pesar de haber repetido que durante su mandato Estados Unidos no intervendría en ninguna guerra-  le ha recomendado al Gobierno de Irán que se rinda de forma ‘incondicional’, que deseche la idea de seguir adelantando el programa nuclear y, por añadidura, ha amenazado con acompañar a Israel en la ofensiva militar, si Alí Jamenei y la élite militar no cambian de forma radical su conducta.

Por ahora, el conflicto luce favorable a Israel y a Netanyahu, quien busca afianzarse como líder indiscutible en el área y establecer –con el respaldo de Estados Unidos-  un nuevo marco de relaciones con Arabia Saudita, Egipto y varios países del Golfo Pérsico. 

En el nuevo contexto, Irán está obligada a cambiar sus nexos con sus vecinos y a desterrar el proyecto de contar con armas atómicas. De lo contrario, el régimen de los ayatolas quedará sepultado. ¿Qué vendrá después? Aun no lo sabemos.

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