Guayana Esequiba: caso que debe asumirse como Asunto de Estado
Escrito por Dr. Abraham Gómez | X: @fabrahamgr   
Domingo, 26 de Octubre de 2025 04:37

altEn honor a la verdad, la gente ha asimilado y entendido nuestra justa reclamación por la extensión territorial que nos desgajaron como un caso que concita a toda la Nación; por cuanto, en tal situación litigiosa nos necesitamos todos.

Nada de coartar o dividir a la gente entre patriotas o desleales (entre grupos fanáticos o sectarios); peor aún impregnar de politiquería la presente contención

Los venezolanos debemos comprender que la presente controversia (y la manera cómo ha venido escalando) es un Asunto de Estado.

Suena insistente y reiterativo; porque justamente así debe introyectarse en nuestra fibra venezolanista.

Nos perjudicaríamos, severamente, si ligamos   los problemas internos (que los tenemos, son bastantes, y no los ignoramos) al sesgar este pleito internacional hacia una particular ideología; porque   a alguien se le ocurriría o cree que con tal maniobra saldría supuestamente favorecido con una buena tajada política. Eso es dañoso para el país. Un pobre favor se le estaría haciendo a la Patria.

Quien crea que le resulta más reconfortante “pasar agachado”; y pensar que saldrá más o menos airoso adelante, está supremamente equivocado. Se engaña políticamente y traiciona y vulnera su conciencia patriótica

La cuestión reclamativa por la Guayana Esequiba debe tratarse por encima de partidos políticos. Es un Asunto de Estado, no de gobiernos.

La Patria nos está llamando, y vamos a defenderla.

Hemos tenido y exhibido, en Venezuela, ejemplos de grandeza y solidaridad.

Dimos demostraciones hermosas de unidad nacional –dentro de la natural y legítima   divergencia política—al momento de    materializarse históricamente el apoyo por parte de  las disímiles  tendencias  ideológicas; cuando, además, , logramos el involucramiento de todas las instituciones públicas y privadas; y  se conformó una  representación en conjunto de nuestra sociedad, con la finalidad de ofrecer  el apoyo determinantemente para el proceso de  negociación, firma y ratificación del Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; precisamente, el documento base que nos asiste, en el presente trance  controversial.

Hemos salido perjudicados y derrotados en el plano exterior y a lo interno de la Nación cuando nos encontramos fracturados como país (no me refiero a la natural diversidad política-ideológica, que posibilita el sistema democrático); sino cuando colocamos nuestros particularismos y egos por encima   de los sagrados intereses de la Patria.

En lo que atañe a la Guayana Esequiba vivimos una compleja situación histórica; en la que nadie puede quedarse absorto, desprevenido o indiferente.

Debo señalar también, que hemos salido victoriosos cuando las Políticas de Estado se han cumplido como Asuntos de Estado. Ni más ni menos.

Podemos citar enjundiosos ejemplos a lo largo de nuestra historia republicana.

Se alcanzó la necesaria unidad nacional, por encima de partidismos -aparentemente irreconciliables- cuando el bloqueo de nuestros puertos (1902) por parte de las entonces potencias imperiales.

Así también, la determinación venezolana de   no aceptar las convenciones de la Tercera Conferencia del Mar (1982); porque, desconocía y descalificaba ( y reducía a condición de roca) a nuestra septentrional Isla se Aves, con su respectivo derecho para generar Mar Territorial y proyectar Plataforma Continental.

Agréguese allí, las defensas contundentes del Golfo de Venezuela y de Los Monjes, en distintas épocas y bajo sus respectivas circunstancias.

Deseo reiterar, tantas veces como sea preciso y oportuno que el Acuerdo de Ginebra fue un triunfo de la diplomacia venezolana –ciertamente-- con la fortaleza de saber que se contaba con toda la nación venezolana en una única expresión venezolanista.

En el pleito con la excolonia británica, caeríamos en un gravísimo error –imperdonable—si pretendiéramos manipular a la opinión pública en provecho de una determinada organización partidista.

Más grave aún, forjar señalamientos y acusaciones infundadas de quién hizo más o quién demostró menos hechos de entreguismo abierta o solapadamente.

Estamos firmes en denunciar lo que se nos asestó en mala hora; y al propio tiempo, pedir, en justicia, su restitución; con lo cual no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad, irrogando o perpetrando pillaje contra nadie.

En ese espacio controvertido, podemos hablar sólo de Ocupación por parte de ellos; entendida como la manifestación violenta para el control atrabiliario de lo ajeno, bajo repetidas ilegalidades y encubierta de agresiones y entrampamientos.

Ocupación que han querido “maquillar jurídicamente” al amparo del Laudo; sentencia arbitral – nula de toda nulidad-- con la que intentan, desde hace más de cien años, tenderle un manto de    impunidad.

Tal extensión territorial siempre ha sido nuestra. Somos su propietario.

Calificado y soportado tal Derecho Real en base a justos títulos traslaticios, que poseemos a buen resguardo para seguir  probando y alegando  por ante la Corte Internacional de Justicia.


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