Honduras en la Encrucijada: ¿Democracia o Club de los Chicos Malos?
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera | @AccHumGremial   
Miércoles, 03 de Diciembre de 2025 11:00

altLas elecciones presidenciales de Honduras del 30 de noviembre de 2025 han dejado al país en un estado de tensión e incertidumbre.

Los resultados preliminares, que ubican a la candidata oficialista Rixi Moncada en un lejano tercer lugar, han sido interpretados como un rechazo contundente al gobierno de Xiomara Castro y a su cercanía con países latinoamericanos que hoy serían el “CLUB DE LOS CHICOS MALOS”: Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Lo que debería ser un proceso normal de transición democrática se ha convertido en una crisis política que amenaza con arrastrar al país hacia una deriva autoritaria. La democracia se mide por la capacidad de los gobernantes de aceptar la derrota; negarla es el primer acto de autoritarismo.

El trasfondo político

Desde su llegada al poder en 2022, Xiomara Castro buscó alinear a su país, Honduras, con los gobiernos de izquierda de la región. Su participación en foros internacionales junto a Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega ha sido vista como una reafirmación de esa afinidad ideológica. Para la oposición, esta cercanía representaba un riesgo: que Honduras siguiera el mismo camino hacia el autoritarismo.

Durante la campaña electoral, la narrativa de “Honduras podría convertirse en otra Venezuela” resonó en los mensajes de campaña, lo que llegó a los oídos de un electorado cansado, de promesas incumplidas, de nepotismo familiar y de un país que fue llevado a graves problemas económicos. El resultado fue un voto de castigo que relegó al oficialismo a la tercera posición, un golpe duro para el partido oficialista Libertad y Refundación (LIBRE).

Los candidatos “Ganadores”

Nasry Asfura y Salvador Nasralla son los dos principales candidatos de la oposición en las elecciones presidenciales de Honduras de 2025, quienes se encuentran en un reñido "empate técnico" según los resultados preliminares. Ambos representan las alternativas  al partido oficialista.

Nasry Asfura, "Papi a la Orden"

Partido Político: Partido Nacional de Honduras (PNH), de ideología conservadora.

Perfil y Trayectoria: Es un empresario de la construcción y político con una larga carrera pública. Su rol más destacado hasta ahora fue como alcalde de Tegucigalpa, la capital del país, cargo que ocupó durante dos períodos consecutivos hasta 2022. Su gestión como alcalde se caracterizó por un fuerte enfoque en obras de infraestructura vial.

Apodo: Es ampliamente conocido por su apodo "Papi a la orden", que surgió durante una campaña electoral en 2004 y se convirtió en su sello distintivo de cercanía con la gente.

Posicionamiento: Asfura se ha proyectado como un gestor eficiente y ha recibido un notable respaldo público del expresidente de EE. UU. Donald Trump, quien lo calificó como un "verdadero amigo de la libertad" y aliado contra el "narcocomunismo".

Salvador Nasralla, "El Señor de la Televisión"

Partido Político: Actualmente se presenta con el respaldo del Partido Liberal (aunque ha liderado otras alianzas en el pasado, como la Alianza de Oposición contra la Dictadura).

Perfil y Trayectoria: Nasralla, de 72 años, es una figura muy conocida en Honduras, principalmente por su larga carrera como presentador de televisión y animador deportivo.

Posicionamiento: Su incursión en la política se ha basado en un discurso populista y anticorrupción. Es un crítico vocal de los regímenes de izquierda en la región y ha prometido romper relaciones diplomáticas con Venezuela si resulta electo. Su perfil mediático y su mensaje antisistema le han permitido conectar con una parte del electorado que busca una ruptura con los partidos tradicionales.

Ambos candidatos han logrado capitalizar el descontento con el gobierno actual, resultando en la ajustada contienda electoral que mantiene al país en vilo.

La estrategia del oficialismo

Ante la derrota preliminar, LIBRE denunció fraude, hackeo del sistema de transmisión de resultados y acusó de injerencia externa. La presidenta Castro y el expresidente Manuel Zelaya hablaron de un “golpe electoral” y se negaron a reconocer los resultados, hasta que se cuente la totalidad de más de 19.000 actas manualmente.

Estos resultados adversos hicieron que el Gobierno de Honduras llamara a la lealtad de las fuerzas armadas, quienes participaron en la custodia de las actas, la actual preocupación de la oposición, son las declaraciones de lealtad del alto mando militar en apoyo al oficialismo, lo que generó temores de un desenlace similar al de Venezuela o Nicaragua.

Factores que explican el revés oficialista

Los analistas destacan que las razones que explican el revés electoral del oficialismo en su primera gestión serían.

Desgaste del gobierno: La ilusión de un cambio de 2021, se transformó en la frustración por expectativas incumplidas.

Nepotismo y “familión”: La percepción de concentración de poder en la familia Zelaya-Castro debilitó la legitimidad del partido.

Candidata impuesta: Moncada fue vista; como poco carismática y dependiente de la cúpula.

Oposición movilizada: Asfura capitalizó el voto tradicional y Nasralla el voto anticorrupción, ambos potenciados por factores externos como el respaldo de Donald Trump.

 

El papel de la oposición

La oposición logró canalizar el descontento en dos vertientes:

- Nasry Asfura (Partido Nacional):  se presentó como “Papi a la orden”, un hombre del pueblo con propuestas centradas en empleo y el trabajo de campo. Su sólida maquinaria partidaria le permitió movilizar a los votantes indecisos.

- Salvador Nasralla (centrista populista): Apostó por un mensaje anticorrupción y de cambio, atrayendo a quienes buscaban una alternativa fuera de las estructuras tradicionales.

El empate técnico entre ambos refleja la profunda división del electorado hondureño, pero también la coincidencia en un punto: el rechazo al oficialismo.


Los escenarios posibles

Respeto al resultado y transición democrática: El Consejo Nacional Electoral concluye el conteo y se confirma la derrota del oficialismo. Honduras preserva su democracia, aunque con una oposición dividida entre dos liderazgos.

Crisis prolongada: El oficialismo insiste en desconocer los resultados, moviliza a sus bases y paraliza el proceso. El país entra en un ciclo de confrontación y violencia política.

Deriva autoritaria: El gobierno utiliza las denuncias de fraude como justificación para aferrarse al poder, con apoyo militar. Honduras se sumaría al “club de los chicos malos” de la región: Venezuela, Cuba y Nicaragua, regímenes señalados por su autoritarismo y aislamiento internacional.


El papel de las Fuerzas Armadas

El rol militar es crucial. En Honduras, las Fuerzas Armadas han tenido un papel histórico en la política, desde golpes de Estado hasta custodias electorales. La exigencia de acceso a copias de actas y su cercanía al oficialismo despiertan sospechas. Si los militares deciden respaldar al gobierno en desconocer los resultados, el país podría entrar en una espiral autoritaria similar a la de Venezuela en 2024.

 

La comunidad internacional

La presión externa será decisiva para evitar la deriva autoritaria.

Estados Unidos: Mantiene una base militar en Honduras y observa con atención. Aunque la postura oficial es de neutralidad, la intervención política de Donald Trump, respaldando abiertamente a Asfura (uno de los dos candidatos en disputa por el primer lugar) y otorgando un indulto polémico a Juan Orlando Hernández, ha añadido tensión.

Unión Europea: Ha pedido calma y transparencia, aunque reconoce las crisis institucionales previas.

China: Busca consolidar su influencia tras el rompimiento de Honduras con Taiwán en 2023, pero aún no ha materializado grandes inversiones.

La comunidad internacional puede ser un freno a la deriva autoritaria, pero no garantiza que el oficialismo ceda sin resistencia.

El riesgo de sumarse al “club de los chicos malos”

La expresión “club de los chicos malos” se ha utilizado para describir a regímenes como se señaló anteriormente, como son actualmente: Venezuela, Cuba y Nicaragua, caracterizados por su autoritarismo, represión interna y aislamiento internacional. Si Honduras desconoce los resultados y se aferra al poder mediante denuncias de fraude y apoyo militar, se sumaría a este bloque.

Las consecuencias serían graves para Honduras:

Aislamiento internacional: Pérdida de credibilidad y sanciones.

Crisis económica: Retiro de inversiones y deterioro de relaciones comerciales.

Migración masiva: Como ocurrió en Venezuela, la población podría buscar un escape a la crisis, lo que aumentaría la migración.

- Debilitamiento regional: Centroamérica perdería un actor democrático y se reforzaría el bloque autoritario.

A modo de conclusión de una historia en proceso

Honduras enfrenta una prueba histórica. El rechazo al oficialismo refleja una demanda de cambio, pero la negativa del gobierno a reconocer los resultados abre la puerta a una crisis mayor. El dilema es claro: aceptar la derrota y fortalecer la democracia, o desconocerla y arriesgarse a un aislamiento internacional que lo coloque junto a Venezuela, Cuba y Nicaragua en el bloque de regímenes autoritarios.

Si Honduras decide desconocer la voluntad expresada en las urnas, no solo pondrá en riesgo su democracia, sino que abrirá las puertas a convertirse en el próximo miembro del club de los chicos malos de la región, donde el poder se impone sobre el pueblo y así la historia puede repetirse como tragedia.

El verdadero fraude no está en las actas, sino en la tentación de convertir la derrota en dictadura


[1] Profesor de Economía adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la ULA. https://orcid.org/0009-0001-5282-0006

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