“El vampiro del lago”: un thriller sobrenatural |
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas |
Miércoles, 30 de Mayo de 2018 08:22 |
“El vampiro del lago” es un tour de force sobre las dimensiones del mal interior, de la maldad más severa que también habita en la nocturnidad venezolana. El largometraje, basado en la exitosa novela “Un vampiro en Maracaibo” (2008), del escritor Norberto José Olivar, está protagonizado por Socrates Serrano, como el escritor Ernesto Navarro; Miguelángel Landa, como el comisario retirado Jeremías Morales y Eduardo Gulino como el misterioso y cultísimo asesino-vampiro Zacarías Ortega y sus encarnaciones (El Diablo del Llano, Lechuza, Ramón Pérez Brener). ¿Un vampiro con colmillos afilados y espejos que no lo reflejan? El largometraje es un thriller policial y de suspenso con un toque sobrenatural. El tono noir lo genera la fotografía de Gerard Uzcátegui, quien juega con contrastes para sumergirnos en ambientes oscuros y pesados (el director le sugirió apuntar a la estética de Seven y True Detectives), pero son los personajes icónicos de novela negra quienes nos colocan en el carril para perseguir las pistas para solucionar el rompecabezas. Un escritor (Ernesto Navarro) ansioso por conquistar la fama, que no le da su único libro; un comisario retirado y al borde la crisis ante la imposibilidad de cobrar su pensión (Jeremías Morales) y un hombre que busca la trascendencia mediante el ejercicio deliberado del mal (Zacarías Ortega golpea mujeres, viola, agrede) son el primer plato del largometraje. La historia se bifurcará en carriles temporales (1910, 1975, 1999, 2016), donde el duelo Morales-Ortega cobra relevancia. No obstante, nunca se debe olvidar que este policial tiene una capa sobrenatural que reclama atención especial del lector. La propuesta es un juego de suspenso, y al tono a ratos jocoso, se une la presencia de pistas como un libro maldito; un hermoso pastor belga; una misteriosa mujer; elementos de brujería o una obra literaria que la cámara captura a lo largo del tiempo. En este largometraje, las actuaciones tienen fuerza y sinceridad a partes iguales. Miguelángel Landa entrega a un comisario que nos lleva a sus interpretaciones clásicas de los setenta (esos personajes que habitan en el inconsciente colectivo de muchos cinéfilos) con su humor agrio, pero también con el registro necesario para comunicarnos que algo no está bien, que estemos atentos. Para Zitemann, “Miguelángel se convirtió en Jeremías Morales, él es un hombre muy atormentado, que siente que la Venezuela en la que él creció se fue a la m… Y es a la vez un tipo súper dulce, entregado a su trabajo. Tuve suerte al poder contar con un talento así en mi película, alguien a quien admiro desde que era niño”. Sócrates Serrano es un actor que crece día a día. Construye a su personaje, Ernesto Navarro, desde la antipatía que puede generar un escritor “creído”, mujeriego, inseguro, tentado…. Todo ese arco de emociones son consignadas por Serrano con naturalidad y verosimilitud. “yo soy psicólogo y mi punto de vista al analizar los personajes es que siempre hay algo más allá de lo aparente. No puedo quitarme de encima ese vicio de oficio de ver más allá, de analizar y evaluar”, declaró el actor. El actor argentino Eduardo Gulino desliza misterio y maldad con la suavidad que demanda una película policial. Abilio Torres nos sorprende como el joven comisario Morales (en la rueda de prensa nos indicó que es un admirador de Miguelángel Landa); María Antonieta Hidalgo convence como la guapa pasante de Panorama, en una relación con el quisquilloso escritor, que no duda en utilizarla para conseguir los datos claves para su investigación. Mientras que Paul Gámez logra un registro brillante del periodista Julio César Villegas, quien es una pieza clave para intentar aventurar una interpretación de todo esto. La fotografía, la cuidada edición y mezcla de audio, el maquillaje (sólo Gulino debía someterse a 150 minutos diarios de maquillaje para transformarse en el pálido Zacarías. Además, debía utilizar zapatos de plataforma para lucir más alto) y el atinado casting (incluidos los niños que interpretan escenas muy duras) encajan con precisión gracias al trabajo como director de Carl Zitelmann, quien debuta en el formato de largometraje, pero es un reputado director de videos musicales y cortometrajes. “El vampiro del lago” funciona también como un artefacto temporal para conocer el país que fuimos hace unas décadas. Con detectives (PTJ) entregados a su trabajo, honorables, capaces de ir hasta las últimas consecuencias para resolver un caso y, eso sí, con humor y una cerveza en la ecuación. Consultamos al director y a los actores sobre la construcción de sus personajes, que reflejan dos países, la Venezuela cordial, con valores, que ahora se diluye en el pasado y la del presente, con toda su anomia, violencia. Zitelmann indicó que trató de alejarse de la Venezuela de hoy en día (tanto que la PTJ nunca se transforma en CICPC), “tratamos de alejarnos de la situación política y hacer una política centrada en el personaje del vampiro”. Sócrates Serrano afirmó que se conectó con la película por su abordaje del biel y el mal, “hay un mensaje desde lo metafórico que está muy asociado a cuál es el camino que tú escoges. Los personajes representan estas fuerzas, obviamente el vampiro, representa la fuerza del mal; Jeremías, las del bien y Ernesto, mi personaje, representa ese tránsito y ese proceso de decidir dónde quiero estar y cuál es la energía con la cual me conecto. Para mí eso es un reflejo interesante para el espectador, aludiendo a las dos versiones de Venezuela. Tenemos muchos años señalando el mal afuera, pero creo que la mirada es hacia adentro, la mirada de reconstruir es hacia adentro y empieza por revisar dónde está esa energía nuestra, que también forma parte de la sombra (…) me conecto con Navarro con la duda, con tener que descifrar si tengo que romper los límites de lo correcto para poder sobrevivir, en el país en el que estamos en este momento, qué es correcto y qué no lo es, cuál es el límite”. Gulino, por su parte, se pregunta, “cuál es la graduación que tenemos, cuánto hay de bien y cuánto de mal en cada uno. Creo que el bien uno lo representamos, día a día, cuando le damos el asiento a una señora mayor en el transporte, y también a veces el mal, cuando le hacemos una broma pesada a un amigo. Me centré mucho en ese balance para construir el personaje, fue potenciar mucho la maldad y tratar de quitar la bondad que tenía dentro de mí para que me funcionara en cada uno de los vampiros que tenía que abordar. Espero que haya en la calle muchos Jeremías Morales y menos vampiros”. Durante la rueda de prensa, Zitelmann cedió los laureles al trabajo de su equipo, a quienes elogió y explicó en detalle sus aportes, pero una vez visto el filme, sabemos que hay una mirada de director original plasmada en esta obra, que hace que recobren sentido las palabras del psicólogo Carl Jung, “en cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos”. No dejes de verla en los cines del país a partir del 1 de junio. Curiosidades de “El vampiro del lago”
Ficha del largometraje Escrita y dirigida:Carl Zitelmann Elenco: Sócrates Serrano, Miguel Ángel Landa, Eduardo Gulino , Abilio Torres , Paul Gámez, Javier Vidal, Julie Restifo y María Antonieta Hidalgo. Productores: Rodolfo Cova / Carl Zitelmann Productoras:Factor RH / Doctor Caligari Basada en la novela:“Un vampiro en Maracaibo” de Norberto José Olivar. Fotografía: Gerard Uzcátegui Director de Arte: Matías Tikas Edición:Camilo Abadía / Carl Zitelmann Dirección musical y de audio:Alain Gómez / Luis Daniel González Maquillaje: Stella Jacobs. Casting:Mireya Guanipa Distribuye: Cines Unidos Digital / 2017 / Venezuela / 101 min. Estreno en Venezuela: 1 de junio 2018. Redes Sociales: @mondomorgo
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