Humildad de cristiano
Escrito por Dr. Felipe Guerrero   
Domingo, 08 de Diciembre de 2024 07:03

altEste cuatro de diciembre a las nueve de la mañana se incorporó como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Lengua,

el Cardenal Baltazar Porras Cardozo.  En su Discurso de incorporación reflexionó sobre «La Palabra Creadora», ese poderoso instrumento que tiene más fuerza que cualquier arma nuclear, porque como dijera Gandhi: «La humanidad será una utopía cuando borre de sus neuronas las palabras con sentimientos peyorativos:  el odio, la ira, la sed de venganza y cambie en el diccionario de sus neuronas todos estos vocablos por sus antónimos».

En el propio Palacio de las Academias, a las once de la mañana se integró como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. El prestigioso organismo lo eligió por unanimidad el pasado 23 de mayo, para incorporarse al sillón que por fallecimiento dejó de ocupar el Doctor Guillermo Morón en la institución.

La realización de los actos de incorporación a estas dos prestigiosas instituciones, en los días finales del año, se debe a que el distinguido académico se encontraba fuera de Venezuela cumpliendo un periplo por otros países,  como Delegado Representante del Papa tanto en el Congreso Internacional Eucarístico como en el Congreso Americano Misionero.

Las dos piezas oratorias pronunciadas por el Cardenal Baltazar Porras Cardozo en el Palacio de las Academias son el claro testimonio de su modestia y sencillez. Su testimonio viene a ratificar que la humildad es el valor más grande que hace a las personas maravillosas.

Los dos brillantes discursos pronunciados en el Palacio de las Academias por el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, me hicieron recordar  la invitación que Juan Pablo II hizo a los Obispos cuando en el Discurso a la Comisión Permanente del Episcopado Italiano les exhortó diciendo: «¡Salgamos al encuentro del hombre de nuestro tiempo! A este hombre al que debemos una verdad sobre él mismo».

Vivimos un tiempo en el cual, quienes administran alguna cuota de poder en cualquier institución,  proclaman su mando, su autoridad y su supremacía, con discursos cargados de autoelogio, siempre incorporando las palabras que posean la mayor carga expresiva para demostrar exageradamente su dominio.

En oposición a tantos timadores, aparece el Cardenal Baltazar Porras Cardozo con la profundidad de un pensador que solo transmite con humildad el reconocimiento y agradecimiento a Dios. Cada gesto y cada palabra muestra la justificada dependencia del Señor y la proclamación constante de su necesidad para pedir el apoyo divino.

El Cardenal Baltazar Porras Cardozo al ser incorporado como miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, confesó: «No soy filólogo ni poeta, apenas soy un escritor de a pie, observador de la vida cotidiana de los pueblos donde me ha tocado transitar a lo largo de mi existencia».

Explicó que en su formación sacerdotal tuvo la oportunidad de compartir con compañeros de Venezuela e Hispanoamérica. Señaló que «durante mi estancia salmantina, enriqueció mi vocabulario castellano, lo que le confirió sentido lúdico a nuevos vocablos, y analogía a muchas palabras y dichos según el uso de cada cultura».

Y… Al pronunciar su discurso como miembro de la Academia Venezolana de la Historia, el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, señaló: «No soy historiador de oficio, pero en mis casi seis décadas de ejercicio ministerial, como sacerdote y como obispo, la historia ha sido una de las disciplinas auxiliares de primer orden».

La investigación de los hechos históricos es un tema de actualidad no solo para refrescar la memoria histórica de la Iglesia, sino también porque es una lección institucional para todo el país, con consecuencias significativas en el presente».

Mencionó que a lo largo de la historia todos sus colegas en Caracas han sido objeto de persecución de los gobiernos de turno. Recordó con énfasis la figura de Monseñor Felipe Rincón González, el Noveno Arzobispo de Caracas.

Hizo una particular mención a la insistente pretensión existente en Venezuela de «desfigurar la historia, ocultar la verdad y manipularla bajo coacción y represión» y alertó en que «No  podemos dejarnos robar la ética y la rectitud, camino indispensable para la equidad, la justicia y el bienestar colectivo».

Hoy la figura del Cardenal Baltazar Porras Cardozo se eleva como un modelo, como un espejo, para que los venezolanos en general deduzcan normas de conducta y de comportamiento, pues su testimonio de vida representa un ejemplo digno de imitación en esta hora menguada que vive la patria,

Como auténtico discípulo del Resucitado, el Cardenal Baltazar Porras Cardozo señala que la fe es una auténtica fe cristiana cuando está en armonía con la razón, es decir, cuando se hace razonable. De lo contrario, corre el riesgo de permanecer como una fe fundamentalista e intolerante. La razón, por su parte, debe hacer un esfuerzo por adentrarse en las verdades de la fe, para lograr una mejor comprensión de la obra del Creador y del sentido último de la existencia del hombre. Al estar dispuesto a seguir este peregrinaje bajo estas orientaciones, difícilmente encontraremos lugar más propicio que el espacio de las Academias en donde se realiza el fructífero y recíproco diálogo entre fe y razón.

El poeta Octavio Paz dijo que «Somos uno y somos todos: pero el otro está en nosotros». Con la humildad propia de personas como el Cardenal Baltazar Porras Cardozo construiremos una mejor comuidad, porque formamos parte del tejido social y nos cobijamos en su paraguas. Esa, en definitiva es «Humildad de cristiano».

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