Okinawa: la última gran batalla del Pacífico
Escrito por Carlos Balladares C. | X: @Profeballa   
Jueves, 10 de Julio de 2025 00:00

altEn mi niñez conocí la historia del acorazado más grande del mundo gracias a la serie de Anime: Uchû senkan Yamato/ Yamato acorazado espacial (Leiji Matsumoto, 1974-75).

El barco en ruinas es reconstruido con una tecnología capaz de viajar en el espacio, y de esa forma salva a la humanidad de una especie alienígena que ha bombardeado la Tierra destruyendo sus condiciones de vida (las imágenes del bombardeo es una clara referencia a lo padecido por el Japón). En una escena se muestra el Yamato (con sus 73 toneladas y 9 cañones de 460 mm) en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y se relata la operación “Ten go” (del 6 al 7 de abril de 1945), donde se ofrece como kamikaze para detener la invasión estadounidense de Okinawa. Dicha invasión fue llamada operación “Iceberg” y considerada por ambos contendientes como el último paso para iniciar la ocupación de las islas del Japón. La serie deja como mensaje que la gigante nave es la última esperanza de la humanidad (¿la última del Japón de forma simbólica en la SGM?), y resalta el honor y el sacrificio como el camino a la felicidad. Sin duda que la batalla de Okinawa (del 01 de abril al 23 de junio de 1945) fue considerada un punto de inflexión, porque para el Japón fue la demostración que tenían la capacidad para seguir en la táctica kamikaze y para los Estados Unidos un costo en vidas que era difícil mantener ¿cómo resolver este dilema?

De la serie sobre el Yamato se hicieron nuevas versiones y películas siendo la última en el 2010 con una adaptación de acción real, siempre manteniendo el mismo mensaje. En el 2005 el Japón estrenó una película (Otoko-tachi no Yamato/ Los hombres del Yamato, dirigida por Junya Sato) dedicada a la memoria de todos los marinos que fallecieron en su hundimiento, resaltando sus vidas y sueños pero manteniendo el sentido del “espíritu bushido” (no temer a la muerte cuando esta se ofrece por el honor y la patria) aunque agregándole la redención (superar la culpa) de los que sobrevivieron. El filme conserva una perspectiva que se repite en el cine bélico nipón de posguerra: desde el ataque a Pearl Harbor fue la lucha entre “David y Goliat”, un Goliat tecnológico y masivo en número de armas frente a un David con mayor coraje, valor, honor y patriotismo. De esta forma el suicidio-sacrificio adquiere otro sentido, un sentido que nace de la responsabilidad y el amor.

Las otras películas japonesas sobre los hechos son Taiheiyo senso to himeyuri/ La Batalla de Okinawa (Kiyoshi Komori, 1962) y Gekido no showashi: Okinawa kessen/ La Batalla de Okinawa (Kihachi Okamoto, 1971). Ambas hacen énfasis en el papel de los civiles de la islas aunque en la segunda mantiene un equilibrio con los militares y sus estrategias, en la primera las protagonistas son las llamadas "Himeyuri Gakutotai" (las estudiantes de los lirios de la paz) que hicieron de enfermeras e incluso cuando caían los soldados ellas tomaban las armas, para terminar con su terrible final en el suicidio ritual. Más recientemente se estrenó el documental: “Boy soldiers: the secret war im Okinawa” (Chie Mikami, 2018), que esperamos poder ver pronto al igual que “Shimamori” (Sho Igarashi, 2022).

En la cinematografía estadounidense está “Okinawa” (Leigh Jason, 1952) que es el típico filme bélico de las dos primeras décadas de posguerra, en el sentido que muestra una violencia aséptica (sin sangre y crudeza) con muchos videos reales y con los típicos personajes planos arquetípicos. Aburrida e irreal intenta ser un homenaje al sacrificio que sufrió la armada invasora desde el viernes 13 de abril cuando comenzaron los ataques kamikazes (tuvo mas bajas que las tropas de tierra). No conozco ninguna otra hasta el siglo XXI salvo el episodio 9 “Okinawa” de la serie “The Pacific” (Tom Hanks & Steven Spielberg, 2010) basada en las memorias del marine Eugene Sledge (1981): “With the Old Breed: At Peleliu and Okinawa”, donde se supera lo aséptico y se representa la degradación de todos los combatientes por la intensidad de la lucha (la batalla con mayor numero de bajas estadounidenses [60000] y casos de neurosis de guerra) pero también por las terribles condiciones climáticas, lodo, etc. y la famosísima: “Hacksaw ridge” (Mel Gibson, 2016): biopic del paramédico objetor de conciencia: Desmond Doss, y mucho mas cruda que la anterior. Ambas pertenecen a lo que se ha llamado “realismo brutal” y donde el espectador puede percibir el caos y desorientación de los combates cuerpo a cuerpo e incluso ser “salpicado por la sangre”.

En lo relativo a los documentales existen muchísimos, pero todos tienden a una misma conclusión que a su vez representa una clara corriente historiográfica desde la perspectiva occidental: la furia kamikaze de la batalla de Okinawa y el éxito del proyecto atómico de Estados Unidos hizo inevitable el lanzamiento de la bomba para evitar mayor derramamiento de sangre por parte de los aliados. Esta tesis puede corroborarse en los tres últimos estrenados por Netflix: Greatest events of World War Two in colour (2019), WWII in colour: Road to Victory (2021) y World War Two II from the frontline (2023). El primero permite analizar el dilema del uso de la bomba (que retomaremos en la serie que esperamos iniciar la semana que viene), en el segundo su último episodio se llama “Okinawa” y una vez más la comprensión de la acción kamikaze que llego a casi 3000 casos logrando solo el hundimiento de 36 barcos y el dañando 300, y en el tercero de igual forma repite el tema con testigos.

Okinawa al igual que Iwo Jima era parte del territorio japonés, pero con la gran diferencia que la primera poseía 550 kilómetros cuadrados y núcleos urbanos, además de ser parte de las islas Ryukyu que son originalmente niponas. La estrategia defensiva se centró en permitir los desembarcos para luego resistir en las zonas montañosas del sur que facilitaba la construcción de túneles, nidos de ametralladoras y líneas fortificadas a lo largo de las colinas. Acá el avance de Estados Unidos se ralentizó y los ataques eran sorpresivos, destruyendo los nervios y generando muchas bajas. En los documentales citados se afirma que el comandante de la 10º División del Ejercito, el teniente general Simon Bolivar Buckner, jr al ser inexperto cometió errores y por tanto muertes innecesarias, incluso la suya al final de los combates, siendo el oficial de mayor rango muerto en combate de esta nación durante la guerra.

Debate historiográfico y producciones de cine en la batalla de Okinawa se dan la mano para justificar el siguiente paso de una guerra que había llegado a los limites de la resistencia humana. La semana que viene se cumplen 80 años la primera prueba de una bomba atómica en la historia, era la culminación del gran esfuerzo industrial y científico conocido como el Proyecto Manhatan. Previamente analizaremos su relación con el programa atomico del Tercer Reich.

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