A ver qué pasa
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 03 de Enero de 2025 11:04

alt"A ver qué pasa" podría resumirse en la vida adolescente, con la mejor ropa, el corte al día y el infaltable perfume atrayente.

Sin certezas. A la buena de un Dios. Con rezo y todo, y otras marramucias mágicas. Unos centavos en el bolsillo para el cine y los refrescos, lustre en los zapatos o cepillo con jaboncito por encima, en caso tal de no ser nuevos. Rogando, cruzando dedos, con amuleto encima y lanzando los dados de la suerte. En busca de un sí.

La vida más adulta requiere de más certezas, de más firmezas creíbles. En caso de que haya firmeza alguna. No estamos, no queda tiempo, para devaneos e incertidumbres que descolocan. Vamos a lo que vamos o no vamos. Se han superado ya los desconciertos propios de la inexperiencia. La certidumbre se convierte en una necesidad existencial. Justamente porque tenemos la certeza de la finitud. De la muerte. No hay tiempo para coqueteos con los astros, planetas, luna, sol o estrellas. Se trata de resolver. De resolver, además con prontitud y sin mayores regodeos. Pragmatismo es como lo llaman.

Sumemos al "a ver qué  pasa" aquello de la guerra avisada. Para añadir un poco más de posible irresponsabilidad. O sea, a estas alturas ya sabemos los furibundos requiebres del régimen con su permanencia en el poder, como sea. Los anuncios son claros: jura, permanencia y a quien se alebreste: violencia física y psicológica, sin miramientos. Al régimen se le cree que no es solo retórica hueca con esto. No jugamos a los adolescentes. Va la vida. 

La unidad, a pesar de sus quebrantos, tiene que ser el norte sin extravío alguno. Unidad que debe terminar de forjarse, de concretarse en acciones creíbles para el bien de todos. ¿Obstáculos para ello? Muchos, imaginables e inimaginables. Nadie dijo que sería fácil. El monstruo tiene ribetes por todos lados. Intereses por todos lados. Pero echarla atrás sería perder lo conquistado. Sabemos que fácil no puede ser, porque no ha sido. Pero allí radica a mi concepto la solución. No hay otra medida.

¿Certeza de alguna variante? No parece haber alguna en el panorama. Con frases hechas con sentido mágico convocante, no parece tenderse a una resolución satisfactoria. Tampoco con llamados ingenuos al entendimiento de una indispensable transición. De allí el desconcierto que cunde a medida que transcurre la temporalidad constitucional. ¿A dónde vamos que no sea la imposición? ¿Se ha medido bien el resultado de otra derrota contundente a pesar de la contundente y más que contundente victoria? Hay un costo de cada error. Se llama cuando hay saldo y hay teléfono. Si no, se espera el momento oportuno. No vaya a ser que la chica o el chico no se presenten a la cita y quede el ilusionado con la ropita nueva planchada, el perfume gastado, y los cobres vueltos a la casa sin uso alguno. Cargado de decepción. Se resuelve o no se resuelve. En el momento preciso para ello se cuenta con todo. Si no, el fracaso de la cita está cantado y será muy lamentable para todos. Mucho. Lo demas pudiera ser tamaña irresponsabilidad de impredecibles consecuencias completas. Algunas se conocen, obviamente. ¿Se imaginan a Betancourt o la gloriosa Junta aquella jugando a los dados, a ver qué pasa?


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