¿Monopsonio, problema de hold-up o eficiencia?: caso café
Escrito por Enrique González Porras | X: @enriquergp   
Lunes, 19 de Agosto de 2024 00:00

altPedro Vicente Pérez, caficultor y directivo de Fedeagro, asegura a portales especializados en economía que los productores reciben por quintal de café unos 170 dólares,

lejos del precio referencial establecido en más de US$225.

El gremialista afirmaría que “la industria el año pasado pagaba por encima del precio, pues no había tanto dominio de algunas empresas que actualmente imponen los costos, debido al porcentaje de mercado que han alcanzado”.

Pérez habría dicho que “considera que la falta de financiamiento obliga a los caficultores a vender su cosecha al primer postor, desesperados por la situación social y económica tan débil que presentan”.

En mercados en competencia suele entenderse que el precio de paridad de compra de las importaciones constituiría un umbral máximo de los precios domésticos. En este sentido, lo señalado por el gremialista podría resultar un indicio de que efectivamente cierto poder de negociación se posee por una de las partes aguas abajo -todo sujeto a un análisis detallado toda vez que también el mercado final podría encontrarse deprimido con un reducido poder de compra-.

Un problema de Hold-up dejará de ser un simple problema entre privados o de reglas de reparto de rentas en la medida que el equilibrio en mercado apunte a una subinversión o subproducción. Lo anterior puede ocurrir cuando no existe capacidad de compromiso intertemporal de parte de la parte para quien aparecen incentivos oportunistas una vez su contraparte haya realizado las inversiones específicas.

Asimismo, un problema de eventual ejercicio abusivo monopsónico tendría que implica una lesión a la eficiencia del mercado trascendiendo a simple reglas de reparto del valor de los bienes a lo largo de las cadenas de valor. Apriorísticamente un poder de negociación aguas abajo en una cadena de valor que reduzca precios de los insumos con el consecuente passthrough aguas abajo hacia el consumidor final producto de la competencia, se encontraría alineado con la eficiencia del mercado. El problema ocurriría si producto del ejercicio de poder de mercado, dicha empresa obtiene mayores rentas en detrimento de la eficiencia del mercado.

A manera de ejemplo de un caso de Hold-up suponga que un cafetalero acomete en una cosecha cierto nivel de inversión cuya rentabilidad esperada exige un nivel de precios específicos. Una vez realizada la cosecha y puesta en mercado el producto, los demandantes -por ejemplo, la industria- podría tener incentivos para ofrecer precios inferiores a los esperados por los productos primarios. En la medida que los demandantes posean poder de mercado -la teoría la asocia con inversiones específicas en favor del demandante, pero podría ser producto del tamaño de la industria-, poseen poder de negociación para plantear condiciones del tipo take-it-or-leave-it.

Los precios de la industria podrían por un lado apenas cubrir la inversión de acometida de los productores primarios dejándolos sin renta alguna o incluso podrían implicar un monto de ingresos que resulte inferior a la inversión inicial. En ambos casos los incentivos a nuevas cosechas resultan bajos o nulos, afectando el volumen del mercado. Aun así, por ejemplo, en el primer caso, un volumen reducido puede resultar compatible con un mercado concentrado aguas abajo con rentas asociadas.

En materia de fuentes de financiamiento, efectivamente la literatura y la investigación de economía aplicada confirma que el acceso a fuentes de financiamiento constituye una barrera a la entrada o a la continuidad de las operaciones en los mercados.

De hecho, la falta de financiamiento podría facilitar el despliegue de comportamientos oportunistas e incluso abusivos, especialmente en el caso de mercados de productos primarios o perecederos.

El caso Chicago Board of Trade vs. United States (1918) resulta tremendamente ilustrativo. En este caso, los compradores de productos agrícolas esperaban hasta último momento al cierre del mercado para ofrecer precios que les implicaran rentas o cuasi-rentas en detrimento de los productores agrícolas, siendo que los productores primarios requerían ingresos para afrontar costos incrementales de nuevas cosechas y/o inversiones, y las inversiones ya realizadas terminaban constituyendo costos hundidos.

¿Estamos frente a un caso donde se afecta el interés económico general o el bienestar social? Habría que analizar con máximo detalle al caso.

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