¿Está débil el régimen?
Escrito por Leandro Rodríguez Linárez | X: @leandrotango   
Miércoles, 09 de Julio de 2025 05:57

altEl primer paso para comprender lo que está ocurriendo en Venezuela en no autoengañarse, jamás debemos desprendernos de la realidad,

es la única forma de entender por qué ocurren ciertos movimientos, por qué ciertas omisiones y, no menos importante, es menester usar los términos correctos, al respeto ¿“Débil” será un término acuñable para describir la actual situación del castrismo en Venezuela? 

"Débil" no es el término correcto. Un régimen que maneja a placer instituciones, armas e inagotables recursos jamás está débil, más aún, cuando el rechazo ciudadano, por inmenso que sea, no le hace mella. Puede que esté comprometido, desgastado, estancado, forzado, etc. pero débil no.

Otro factor que imposibilita se encuentre “débil” es que, hasta cierto punto, es inmune a la oposición orgánica real, no a la falsa que el mismo recrea, sino a la que emerge de la esperanza bien fundada de los ciudadanos, de este modo la debilidad se hace esperar.

Sin embargo, ello no quiere decir el castrismo venezolano sea invencible ¡Nada que ver! A pesar de su blindaje dentro del país ha perdido batallas determinantes, tanto que por ejemplo lo electoral psuvizado dejó de ser útil y lejos de fortalecerlo tras cada elección queda en evidencia lo forzado de su permanencia en el poder.

Internacionalmente lo propio, Venezuela tiene ubicación geográfica perfecta, envidiable, pero motivado a su tozudez en retener el poder a la fuerza el castrismo venezolano se ve en la obligación de tejer relaciones diplomáticas y comerciales con aliados al otro lado del mundo, lo que genera complicaciones y desventajas que aflojan tornillos en su andamiaje.

El néctar del castrismo venezolano es la desesperanza, crear la dependencia máxima hacia lo público y la aniquilación o reducción sector privado, dicho sea de paso, el sector privado es el motor de las economías de los países. Mientras estas 3 realidades se mantengan el régimen logra controlar, retener el poder, ser “fuerte” ante  sus detractores.

Otro factor de menos importancia, pero de utilidad mediática, es la utilización de mercenarios políticos a quien él mismo bautiza como oposición. El mismo régimen impone directiva de partidos, crea organizaciones políticas exprés, candidaturas de ultimo momento, otorga cuotas, dádivas, entre otros ardides, para elaborar elecciones bajo los cuestionamientos mundiales de instituciones nada imparciales. Aunque esta faena hoy no le brinda los frutos de otrora, lo continúa haciendo para alimentar su desgastada retórica, alimento para sus menguados simpatizantes.

De este modo, no se puede hablar de un régimen “débil” pues controla todo lo que debe controlar y hasta el momento le ha sido suficiente para sus objetivos. La debilidad no es precisamente el blanco a cazar en política, no olvidemos que la inteligencia vence a la fuerza y, precisamente, es allí donde una oposición real debe dirigir esfuerzos, a lo imprevisible, a lo que nadie espera o se imagina.

Es difícil suponer qué tanto controla el régimen lo que controla dentro y fuera del país, pero si con dominio absolutista de todo en el país ha sufrido derrotas determinantes, pues la debilidad no es precisamente lo más importante en un desenlace, sino las estrategias. 


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