Aquella mañana gris en la bahía de Tokio
Escrito por Carlos Balladares C. | X: @Profeballa   
Jueves, 04 de Septiembre de 2025 02:33

altAl ser testigo de la rendición del Imperio del Japón aquella mañana gris del 2 de septiembre de 1945 observé la multitud de representantes de los diversos países con las que habíamos combatido,

tantos militares con sus diferentes uniformes que brillaban como el oro. De esa forma me pregunté: ¿cómo fue posible que el Japón se planteara derrotar a todas esas naciones?

(Testimonio de Toshikazu Kase, diplomático asistente del Ministro de Relaciones Exteriores del Imperio del Japón Mamoru Shigemitsu, representante plenipotenciario para la redacción y firma del instrumento de rendición en nombre del emperador del Japón).

 

En las memorias del general Douglas MacArthur (1964): Reminiscences, elige para transcribirlo entre muchos testimonios de ese día, el de Toshikazu Kase. Al leerlo comprendes claramente el por qué de la selección: halaga con grandes adjetivos al general probablemente más ególatra de la Segunda Guerra Mundial después de los generales George S. Patton y Bernard Montgomery. Aunque nosotros también estaríamos de acuerdo pero por otras razones, y es que valora el discurso y la actitud de MacArthur en la brevísima ceremonia de firma de la capitulación la cual fue de magnanimidad ante el vencido. Resalta que camino al puerto sus pensamientos eran como el clima: grises, pesimistas ante la derrota y al aniquilación de su pueblo; y buscaba que toda la delegación de su país conservara la dignidad en medio de la derrota. En la cubierta del inmenso acorazado al ver la pequeña bandera “del sol naciente” pensó en todos los jóvenes que ofrecieron su vida, “¿dónde estaba ese espíritu glorioso?” Todo cambió al escuchar las palabras del general porque sin ninguna prepotencia y hablaba de “restaurar la paz” sin tener un “espíritu deshonesto, malicioso y de odio”, y con el único fin de que “esta carnicería quede en el pasado y renazca un mundo donde la dignidad del ser humano, el entendimiento, la libertad, la tolerancia y la justicia prevalezcan”. En ese momento, dice Kase, las nubes se abrieron y un rayo de sol iluminó la bahía.

Kase vio en el general MacArthur la posibilidad que las sombras que dominaron el Japón fueran disipadas. Y es que este joven diplomático (42 años) era parte de los que venían luchando por la paz, por la rendición con el fin de evitar la destrucción de su país. Todo lo contrario al sector que creía en un gran armagedón kamikaze. Después de transcribir este testimonio en sus memorias, la nueva máxima autoridad de los nipones, señala que su actitud y perspectiva eran la demostración que existía “una irresistible energía en la creación” de un “new Japan”. ¿Qué decisiones tomar para lograrlo? ¿Cómo liderizar esa transformación? De algún modo se pueden identificar, desde el lenguaje sencillo del cine, algunas respuestas en el el filme “Emperor” (Peter Weber, 2012) basado en el libro His Majesty’s Salvation (Shiro Okamoto) que es una historia (con elementos de ficción como el romance que se relata) del principal asesor del comandante supremo de los poderes aliado (SCAP) MacArthur (representado por Tommy Lee Jones): general Bonner Fellers (representado por Matthew Fox), para tomar la decisión si enjuiciar o no por crímenes de guerra al emperador Hirohito (Takataro Kataoka) y eliminar el mikado (monarquía imperial japonesa). Poco a poco se descubre lo que MacArthur señaló anteriormente: a pesar de las tremendas diferencias culturales con Occidente y el espíritu “bushido”, Japón tenía el potencial para cambiar, siempre y cuando contaran principalmente con el liderazgo del emperador; y por el contrario, si se le juzgaba llevaría a la inestabilidad (esta es la conclusión del general Fellers). De esta forma su majestad Hirohito se mantuvo al igual que la familia imperial (decisión tomada en noviembre de 1945), y este jugó un papel fundamental en la aceptación de los cambios. En el mensaje de año nuevo de 1946, Hirohito señaló que no poseía carácter divino y era más un jefe de Estado que representaba al espíritu nacional.

El comandante MacArthur inició también un proceso que podría llamarse de “americanización” de la sociedad, el Estado, la economía y la cultura japonesa. El modelo a usar fue el “New Deal” (keynesianismo) de la década de los 30 en los Estados Unidos. Se permitieron las libertades (de prensa, multipartidismo, comercio y emprendimiento), la democracia parlamentaria pero con la diferencia que sería una monarquía constitucional, y todo lo relativo al consumismo capitalista. En un principio la élite del país lo asumió con ciertos recelos porque como mínimo los salvaría del comunismo (que se acercó a sus fronteras con el avance soviético en Manchuria, Korea, islas Sahalín y Curiles), pero cuando esta amenaza se hizo más fuerte con la Revolución China (1949) y la ofensiva norkoreana (1950) que inició la guerra de Korea (1950-53), estas y toda la nación abrazó su papel de avanzada capitalista-democrática frente al peligro sovietizante y aliado militar-económico de los Estados Unidos. Con dicha guerra la reconstrucción avanzó de manera acelerada y la economía japonesa da sus primeros pasos en mayores mejores tecnológicas para abastecer y mantener: primero todo el arsenal estacionado en su país y luego el mercado civil.  No todo fue perfecto y la ocupación significó al principio el abuso, prepotencia e intolerancia de este cuerpo de soldados, oficiales y personal. Hubo miles de violaciones aunque fue controlada por el fuerte liderazgo del “shogun-comandante” MacArthur.

En estos días de vacaciones escolares, compartiendo una merienda-cena con mi querido y admirado amigo-colega Daniel Terán Solano (doctor en historia al cual hace tiempo le dedicamos una semblanza titulada: “El profesor de las hamburguesas y la amistad” en Meer), me comenta en relación a esta serie sobre el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial: que la misma debe estar llegando a su fin porque el 2 de septiembre de 1945 es la firma de la rendición del Imperio del Japón en la bahía de Tokio a bordo del acorazado USS Missouri. La verdad es que sí y no, debido a que anhelamos hacer una necesaria conclusión; y quedan: tanto los juicios a los criminales de guerra nazis en Nuremberg (1945-46) como a los militaristas nipones en Tokio (1946-1948). Nuestra meta, Dios mediante, es terminarla con los 80 años del discurso de Winston Churchill en Fulton sobre la “cortina de hierro” que se cumplen el 5 de marzo del 2026 e inmediatamente iniciar una serie de artículos mucho más ambiciosos. Y los calificamos así porque a partir de las conclusiones de la opinión pública, el poder y las ciencias sociales estudiaremos los orígenes y aprendizajes de la guerra, examinar los mismos en una revisión de sus antecedentes hasta retomar el centenario en el 2039.

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No podemos dejar de finalizar nuestro artículo dedicado a tan importante hecho, con las palabras que concluyó el acto de capitulación por parte del responsable asignado por el presidente Truman y a su vez el comandante supremo de las fuerzas aliadas en el pacífico sudoccidental y de la ocupación del Japón desde finales de agosto hasta el 11 de abril de 1951:

Let us pray that Peace be now restored to the world, and that God will preserve it always. These proceedings are closed/ Oremos todos para que se restaure la paz en todo el mundo y para que Dios la conserve para siempre. Este procedimiento queda cerrado.

 Solo fueron 20 minutos, se retiró la delegación japonesa con su tradicional inclinación de cabeza, y de inmediato se escucharon los motores de 400 bombaderos B-29 seguidos de 1500 cazas que pasaron por la bahía y Tokio.

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