Tenían razón los que me han señalado de guarimbera, esa es la verdad. Y escribo estas líneas en medio de un berrinche de esos que le suelen dar a todos los disociados que nos atrevemos a levantar la voz a este Gobierno maravilloso. De hecho, en este momento acabo de cacerolear dentro de mi propia casa luego de un nuevo apagón. Es una orden que recibí de la CIA misma. También tengo planificado incendiar varios cartones de huevo para provocar un genocidio de zancudos, esos que vienen cual helicópteros cuando falla el servicio eléctrico.

Confieso a su vez que suelo vociferar palabrotas cada vez que recuerdo las plantas eléctricas que le regalamos a Nicaragua en un sutil gesto de solidaridad, que bien viene el dicho de luz para la calle y oscuridad para la casa.

Pero qué más da otro día a la penumbra de las velas, ¡es tan romántico! ¿Para qué he de preocuparme por los electrodomésticos quemados? Todo sea por la causa y para que la espada de Bolívar camine más rápido por América Latina.

Ya que conocen mis planes puedo decir también que hago guarimbas tocando la corneta de mi carro cada vez que escucho por la radio que comprarán otro helicóptero ruso o cerrarán otra emisora.

Otro de los actos de terrorismo pitiyanqui que me caracterizan es el de pedir casi a diario en mi programa de televisión que se acepte a las voces disidentes, que se haga efectiva la separación de poderes que consagra la Constitución y que cese tanta violencia física y verbal en mi país. Ustedes saben, ese es mi breve aporte a la campaña mediática que estoy obligada a hacer como periodista para que los venezolanos no olviden que cada día nos parecemos más al mar de la felicidad de mi Presidente: Cuba.

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Fuente: la Verdad