Dejemos el mundo de las mentiras y las fantasías manipuladoras
Escrito por Luis Fuenmayor | X: @LFuenmayorToro   
Lunes, 04 de Agosto de 2025 10:14

altLa única forma en que el hombre ha podido usar la naturaleza en provecho del género humano, ha sido conociéndola cada vez con mayor certeza, amplitud y profundidad.

No creo que haya mucha necesidad de argumentar sobre esta aseveración, pues nuestras vidas y las de todos nuestros antepasados, incluso desde antes de la aparición del Homo sapiens, hace 300 mil años, nos han dado infinitas pruebas de la veracidad de la misma. Así, para llegar los humanos a saber cómo hacer fuego, el logro más importante del género Homo, hicieron falta cientos de miles de años de observación de las diversas formas de generación espontánea del fuego en la naturaleza, de sus efectos sobre plantas y animales, de su inmenso poder natural y de su duración limitada, en relación con la existencia suficiente del combustible necesario, generalmente madera en aquellos tiempos. 

Aunque la prehistoria y la mayor parte de la historia, han estado llenas de creencias sobrenaturales y miedos, cuya génesis estuvo en los propios seres humanos ante su imposibilidad de explicar los fenómenos naturales que sucedían en su entorno, paulatinamente la humanidad se fue liberando de estas limitaciones, en la medida en que las ciencias, productos también de la actividad humana, iban ganando terreno en la vida de los individuos y de las sociedades. En la Venezuela de 2005, se hace necesario, si se quiere realmente superar el subdesarrollo económico y mental en que nos hemos sumergido, avanzar a pasos agigantados en la explicación científica de los fenómenos naturales y sociales que nos afectan, de manera de poder asumir las conductas apropiadas a los retos enfrentados.

Pero para ello, es necesario en primer término que todos, absolutamente todos, opositores y oficialistas, regresen a la realidad, pongan los pies sobre la tierra y dejen de vivir en ese mundo mentiras, manipulaciones y demagogia, que escogieron hace décadas como el mejor escenario para moverse, y que mantienen, extienden y profundizan día a día, alejándolo cada vez más de la realidad. Ese mundo irreal, fantástico, inventado, está bien para el cine, las novelas o el teatro, o para los cuentos infantiles, pero no para la vida existente, pues ésta fácilmente lo desenmascara y lo coloca en el sitio grotesco que le corresponde. Deben dejar de ser actores de una película o telenovela, cuyo desarrollo es contrario a los intereses de la nación venezolana, para reencontrarse con la mayoría de sus compatriotas, a quienes el sufrimiento diario no les permite distracciones de ese tipo.
Ya basta del cuento de que “ganamos, pues Maduro está deslegitimado y ha sido desnudado ante el país y el extranjero; basta del cuento de que está contra el suelo pidiendo cacao, que su gobierno se desmorona y Marcos Rubio viene por él”. Pero resulta que tiene todas las gobernaciones, alcaldías, concejales y diputados; resulta que “perdimos hasta más de lo que teníamos, que nuestros municipios más fieles desatendieron nuestro llamado a abstenerse, que de vaina a algunos nos queda la honra”, y no iniciemos una nueva y más peligrosa mentira de que todo se remediará con una nueva fase de lucha, esta vez sí victoriosa: la de la clandestinidad. “Ahora sí se fregaron, porque seremos clandestinos y no van a saber si estamos en Madrid, en Miami o en Colombia, o en la Embajada americana”. Sólo tendrán que resolver como ejercer la clandestinidad desde las redes.

Y el otro cuento, no menos risible y fantasioso, nos habla de triunfos apoteósicos, nunca vistos en la historia de la Patria; lecciones de democracia que hacen palidecer al mundo entero, arrinconando a Trump y su imperialismo caduco. “No han podido con el mejor sistema electoral del mundo”, blindado, excepto si las acciones vienen desde Macedonia del Norte. No tenemos el necesario voto en blanco, nunca ha habido proporcionalidad electoral, se inhabilita siempre a decenas de candidatos y partidos y los resultados electorales son inaccesibles, pero ésas son “pequeñeces insignificantes ante la majestad del CNE”. No participa ni un tercio de los inscritos, “pero ya tomamos medidas para aumentar la participación con la creación de los votantes efectivos”, que no tienen existencia corpórea, ni tienen nombre, ni número de cedula y no podemos listarlos, pero “nos ayudan a soslayar la gran abstención habida por culpa de Trump y Marcos Rubio”. 

O nos dejamos de esas pendejadas, que no creen sino los militantes y seguidores más enceguecidos, obsesionados y limitados intelectualmente, y nos ponemos a trabajar conjuntamente por la nación venezolana, su desarrollo económico social y productivo y el bienestar de sus ciudadanos, o sucumbiremos definitivamente en el pantano de la ignorancia, la mediocridad, la incompetencia, la soberbia y el desamor, construido y abonado por los políticos irresponsables de distinto signo.

La Razón, pp A-3, 3-8-2025, Caracas.


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