Chile: El uso oportunista de los inmigrantes en las elecciones
Escrito por Trino Márquez C. | X: @trinomarquezc   
Jueves, 04 de Diciembre de 2025 00:00

altLos problemas que se viven actualmente en la frontera entre Chile y Perú, donde numerosos venezolanos y de otras nacionalidades

huyen ante la inminencia del triunfo de José Antonio Katz, muestran de nuevo una tendencia que ha venido consolidándose desde hace tiempo en varios países de Europa, Estados Unidos y América Latina: el ataque a los inmigrantes ilegales para acusarlos de ser la causa de males que los gobiernos no logran resolver. Con esa consigna han crecido movimientos ultraderechistas y ultranacionalistas en el viejo continente. En la actualidad, Alternativa para Alemania (AfD), que reivindica a Hitler y al Tercer Reich, es el partido más importante de la oposición, con un notable apoyo entre los jóvenes. Algo similar ocurre en España con Vox, que se considera heredero del franquismo. En Estados Unidos, la campaña de Donald Trump se basó en una medida significativa en explotar la amenaza representada por los inmigrantes que entraban de forma subrepticia por la frontera sur.

En Chile, la campaña de Katz ha tenido en la embestida contra los inmigrantes ilegales uno de sus puntos más sólidos. Con una cruzada en la que se distorsionan los hechos, exagerándolos, los inmigrantes ilegales son mostrados como una escoria que contamina a la modosa sociedad chilena. Acabar con esa plaga constituye una de las ofertas más atractivas de ese candidato. Con ella ha logrado atraer a esa amplia franja del electorado que hoy lo mantiene punteando con comodidad en las encuestas para la segunda vuelta electoral, que se realizará el próximo 14 de diciembre.

Las proposiciones de Katz incluyen un conjunto de severas advertencias y breves plazos para que los inmigrantes ilegales abandonen el país de forma ‘voluntaria’, antes que él asuma la presidencia del país. De lo contrario, serán buscados y expulsados con lo que tengan encima. Es decir, con la ropa que lleven puesta. Además, deberán colaborar con el costo del boleto de salida. Esas personas no tendrán, o perderán, los derechos de salud y vivienda. Ser inmigrante ilegal pasa a convertirse en un delito perseguido y penado con rudeza por la ley. Para acabar con el flujo de inmigrantes ilegales, Katz propone desplegar en las fronteras a las Fuerzas Armadas, que las blindarían mediante un ‘Escudo fronterizo’ capaz de impedir filtraciones.

El proyecto de José Antonio Katz se resume, entonces, en control estricto, eliminación de los beneficios sociales y expulsión. La pacífica sociedad chilena, a través de su Gobierno, mostraría su lado más agresivo, con rasgos xenófobos.

En lo que respecta a los venezolanos, esta actitud desconcierta e irrita con particular fuerza. Durante los días más duros de la dictadura de Augusto Pinochet, miles de chilenos se vieron forzados a salir de manera apresurada del país. Numerosos se alojaron en nuestra embajada en Santiago de Chile o escaparon por los caminos verdes, sin que les diera tiempo de buscar ningún documento que acreditara sus calificaciones como profesionales o técnicos, o su experticia en algún campo o especialidad determinada. Los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campíns y la sociedad venezolana, en su conjunto, les abrieron las puertas de par en par a esos ciudadanos que arribaban a la Venezuela democrática, luego de haber sido militantes, activistas, simpatizantes o simples colaboradores de un gobierno dominado por la izquierda comunista, simpatizante de Fidel Castro y la revolución cubana. Nadie les pidió que comprobaran sus estudios académicos. La nación se solidarizó con ellos. Los protegió –a pesar de que eran inmigrantes ilegales, porque ni siquiera podían demostrar que eran chilenos- frente a la situación de desamparó en la que se encontraban. A ningún candidato o líder político se le ocurrió ensañarse con unas personas que habían sido castigadas y dejadas a la intemperie por la brutalidad de una dictadura implacable.

Lo mínimo que habría que exigirle a Katz –que se dice cristiano- cuando llegue a la presidencia, es que elabore en un plazo breve un censo de inmigrantes para determinar quiénes se encuentran en situación irregular y cuál es el perfil profesional y, en general, ocupacional, de esas personas. Esa exploración permitiría elaborar una política comprensiva y solidaria, sin caer en el terreno de la complacencia o la tolerancia indebida. La empatía con los latinoamericanos, particularmente con los venezolanos, compelidos a emigrar de forma ilegal, también obedece a razones políticas: en un continente tan cambiante como en el que vivimos, donde los giros son tan frecuentes y la estabilidad tan precaria, la apertura y comprensión con los inmigrantes forma parte del capital político de las naciones. Hoy por ti, mañana por mí.

La xenofobia y el desprestigio oportunista de los inmigrantes en los procesos electorales constituyen pésimas señales. Esperemos que el señor Katz recapacite.

         


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