Cuando la oposición pavimenta el camino al autoritarismo: La historia de una estrategia fallida en Venezuela |
Escrito por Douglas C. Ramírez Vera | @AccHumGremial |
Miércoles, 17 de Septiembre de 2025 02:03 |
Su colapso fue el resultado de una estrategia política fallida, un trágico "idiot plot" donde la oposición, en su intento por derrocar al chavismo, terminó sentando las bases de lo que hoy es un autoritarismo competitivo. Un "idiot plot" es una trama que solo avanza porque los personajes, que de otra manera serían competentes, toman decisiones ilógicas o estúpidas que sirven al propósito del guion. Es la historia donde el conflicto se perpetúa porque la solución obvia es ignorada por los protagonistas, lo que permite que el antagonista triunfe. Un golpe de Estado, en la mayoría de los casos, es una estrategia de alto riesgo que suele consolidar al líder al que se busca derrocar. En lugar de derrotar a Chávez, este evento lo legitimó y lo convirtió en un mártir. La oposición ignoró la experiencia de otros intentos de golpe que fallaron en América Latina. La decisión de no participar en las elecciones legislativas de 2005 fue el acto más contraproducente. La oposición, en lugar de utilizar su presencia en la Asamblea para servir como un contrapeso y exponer la corrupción, cedió el poder legislativo al gobierno. Esto le permitió al oficialismo colonizar sin resistencia las instituciones clave, lo que Bobbio[2] y Đilas[3] llamarían la fase final de la transformación autoritaria. La oposición se victimizó para justificar su no participación, pero este acto solo sirvió para consolidar la narrativa del gobierno de que la oposición era antidemocrática y estaba dispuesta a sabotear las instituciones. La historia de la oposición venezolana se ajusta a una "idiot plot" porque sus acciones, en lugar de debilitar al régimen, lo fortalecieron La historia, a menudo, parece ser un juego de ajedrez donde cada bando responde a los movimientos del otro. Sin embargo, en el caso de Venezuela, la oposición actuó bajo una lógica que, en retrospectiva, parece más propia de un guion de película mal concebido que de una estrategia política. Su "idiot plot" se desarrolló en dos actos principales: el fallido golpe de Estado de 2002 y el boicot electoral de 2005. Mientras la oposición intentaba jugar ajedrez, Chávez jugaba con mitos. El primer error: El golpe que legitimó a un mártir En 2002, la oposición, envalentonada por protestas masivas, intentó derrocar a Hugo Chávez por la fuerza. Durante 48 horas, creyeron haber triunfado. Sin embargo, su plan no tenía en cuenta el factor más importante: la lealtad de la gente. En el marco de la antropología política de F. G. Bailey[4], Chávez había construido un poderoso liderazgo a "crédito". Su narrativa de la lucha del "pueblo" contra las "élites" no era un simple discurso; era una inversión de fe; en la creación de un mito. La gente no lo apoyaba por los beneficios del momento, sino por la promesa de un futuro de justicia social y redención. El intento de golpe, lejos de debilitarlo, lo fortaleció. El "pueblo" salió a la calle para defender a su líder, y la consigna "Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo" se convirtió en el grito de batalla. Chávez regresó al poder como un mártir, el héroe que había derrotado a los "fascistas" y "golpistas". Este evento no solo consolidó su liderazgo, sino que también justificó la persecución política y el uso de un discurso de confrontación constante. El "idiot plot" de la oposición le dio a Chávez la narrativa perfecta para justificar la mano dura. El segundo y fatal error: El boicot electoral Si el golpe de Estado fue un acto de fuerza que fracasó, la no participación en las elecciones parlamentarias de 2005 fue un acto de omisión que fue aún más devastador. La oposición, frustrada por lo que consideraba un sistema electoral sesgado, decidió boicotear los comicios. Su lógica era simple: la abstención masiva expondría la ilegitimidad del régimen. Pero el resultado fue el contrario. En el marco de las teorías de la elección pública de Anthony Downs[5], los partidos compiten para ganar votos. Pero en Venezuela, la oposición abandonó el campo de juego. Este boicot le entregó al chavismo el control total de la Asamblea Nacional, el poder legislativo. Sin ningún contrapeso, el gobierno pudo, a partir de ese momento, aprobar leyes a su antojo, nombrar magistrados y fiscales leales, y colonizar sistemáticamente todas las instituciones clave del Estado, desde el Tribunal Supremo de Justicia hasta el Consejo Nacional Electoral. Aquí es donde la narrativa se vuelve un "idiot plot" en su máxima expresión. La oposición, en su afán por desenmascarar un autoritarismo, le dio al régimen las herramientas para que se consolidara. Norberto Bobbio[6] argumentaba que la división de poderes es la esencia de la democracia. Al renunciar a su poder en la Asamblea, la oposición eliminó esta división de manera efectiva, pavimentando el camino hacia un sistema que Bobbio clasificaría como una dictadura. Al final la oposición dejó la cancha vacía, y el chavismo jugó solo hasta el pitazo final La consolidación del modelo Con las instituciones colonizadas, el gobierno chavista no necesitó un control totalitario en el sentido clásico. No era necesario encarcelar a toda la oposición; solo era necesario asegurarse de que nunca pudieran ganar. Se estableció así un autoritarismo no competitivo, un sistema donde las elecciones existen, pero donde el poder está monopolizado por un solo grupo. En el marco del modelo de "armonía y jerarquía"[7],el chavismo pudo silenciar el "conflicto" de la competencia y establecer una jerarquía rígida. Este proceso culminó con la formación de una nomenclatura rentista, un concepto de Milovan Đilas[8] aplicado al contexto venezolano. Esta nueva élite no basaba su poder en la propiedad o la producción, sino en el control de la renta petrolera. Con una oposición debilitada y sin poder institucional, el gobierno pudo utilizar los recursos del Estado para su propio beneficio y para mantener a su base de apoyo, asegurando así su perpetuidad en el poder. En resumen, la oposición venezolana, a través de sus errores estratégicos, le entregó al régimen chavista lo que este no había logrado por sí mismo: el control total de las instituciones. Su "idiot plot" no solo fue un fracaso táctico, sino que sentó las bases para el colapso de la democracia y el ascenso de un régimen que hoy parece casi inexpugnable. El camino hacia el autoritarismo en Venezuela no fue un acto de fuerza, sino una consecuencia trágica de decisiones estratégicas fallidas. El chavismo, no fue un autoritarismo impuesto por tanques, sino por decretos y presupuestos. La historia política en la que la oposición venezolana, a través de sus errores estratégicos, contribuyó a la consolidación del autoritarismo, va más allá de la mera narrativa de la lucha por el poder. La oposición venezolana se centró en la táctica del momento, sin una visión estratégica a largo plazo que anticipara las consecuencias de sus acciones. Actuaron con la miopía de quien solo ve el siguiente movimiento, no el fin del juego. En lugar de entender que la política es un maratón, se comportaron como si fuera un sprint. Su miopía les impidió comprender que el golpe de Estado fortalecería a Chávez como un mártir y que el boicot electoral le daría el poder legislativo que necesitaba para colonizar el Estado sin resistencia. Esta "ceguera" estratégica es un componente crucial de la narrativa, que explica por qué una oposición con apoyo popular terminó, sin querer, sentando las bases del autoritarismo que hoy enfrenta. Hoy, reconstruir la democracia exige algo más que coraje: exige aprender de los errores que la enterraron. NOTAS [2] Norberto Bobbio fue un jurista, abogado, filósofo y politólogo italiano nacido el 18 de octubre de 1909 en Turín y fallecido el 9 de enero de 2004. Es reconocido por su influencia en la teoría política y el derecho. [3] Milovan Đilas, nacido el 4 de junio de 1911 en Mojkovac, fue un político, revolucionario y escritor yugoslavo, conocido por su papel en el movimiento partisano durante la Segunda Guerra Mundial. Đilas se convirtió en un destacado crítico del comunismo, lo que le llevó a ser un disidente en su propio país y a expresar sus ideas a través de la escritura. [4] Bailey, F. G. (1969). Stratagems and politics: A social anthropology of politics. Basil Blackwell. [5] Downs, Anthony. (1971). An Economic Theory of Democracy. Harper & Row Publishers Inc. [6] Bobbio, N. (1999). Pensar la democracia. Ediciones Siglo XXI. (https://qrcd.org/9CW3) [7] Ramírez Vera, Douglas C. (2004). “Los modelos de toma de decisiones en lo político: armonía y conflicto, y asignación en lo económico: mercado y jerarquía. Elementos para un debate. Economía, núm. 19-20, enero-diciembre, 2004, pp. 87-108 Universidad de los Andes (https://qrcd.org/9CVs) [8] Đilas, Milovan. (1957). La nueva clase. Instituto de Investigaciones Internacionales del Trabajo. Mexico y New York. (https://qrcd.org/9CVt) |
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