De un aleccionador reto petrolero |
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
Lunes, 30 de Diciembre de 2024 00:00 |
Importa y mucho, la historia lo más contemporáneamente petrolera posible del país, incluyendo los extraordinarios bombardeos dinerarios que nos estremecieron desde principios de los años setenta del siglo XX, reapareciendo en el país socialista del XXI; en todas las ocasiones, hubo una radical alteración o pérdida de valores que auspició nuestro más evidente y todavía imparable retroceso. Insospechado asunto que reivindica una etapa asombrosamente satanizada de la vida republicana, Guillermo Guzmán Mirabal ha entregado un título referido a la crisis generada por el programa obligatorio de restricción de las importaciones petroleras y el tratamiento dispensado por los mandatarios de Venezuela y Estados Unidos, país que lo decidió alegando razones de seguridad nacional: “El duelo petrolero entre Raúl Leoni y Lyndon B. Johnson”, prologado por Edgardo Mondolfi Gudat (Abediciones, Caracas, 2024); por cierto, significativa etapa en la que fuimos considerados un país rico, según una lista en la que no figuraba Japón (pág. 267). En el marco de la Guerra Fría, nuestra alineación política y estratégica con los intereses occidentales y, particularmente, estadounidenses, no supuso privilegio alguno respecto a la superpotencia del norte con la cual – inevitable – había que lidiar, aunque ésta – sobre todo, bajo la administración Kennedy – contribuyó a evitar el descenso de la inestabilidad política al caos que no obsto para la reducción de las compras del crudo venezolano (86); imposible de simplificar y hasta de caricaturizar tan extraordinaria dinámica económica y hasta democrática, el autor nos hace partícipes de una lidia con las presiones y contradicciones de los productores independientes de petróleo, la industria local del carbón, los lobbyes, los traficantes de las licencias de importación, las individualidades y grupos parlamentarios de Washington (“una verdadera maraña de favores mutuos”, diferente al legítimo proteccionismo, juzgó el embajador Enrique Tejera París: 257), como las restricciones medioambientales, la pugna de los departamentos de Estado e Interior, incluyendo una poderosa opinión pública y al propio Johnson, proveniente de una entidad federal petrolera con las vinculaciones del caso, naturalmente evasivo para tratar personalmente un problema que podía causarle y le causó, un “gran malestar” al momento que acá aumentamos los impuestos a las transnacionales al mismo tiempo que allá subieron las cuotas para nuestro fueoil, aunque – finalizando su gobierno – el texano hizo un “reconocimiento explícito del concepto hemisférico más favorable para Venezuela” y suspendió la autorización a una determinada empresa que afectaba inmediatamente nuestros intereses (113 s.,168, 279). Planteamos y demostramos la posibilidad y conveniencia de un trato similar al recibido por Canadá y México, favorecidos en relación a las restricciones programadas, formulando escenarios y propuestas alternativas, conscientes del intento de varios congresistas en arrebatarle a la Casa Blanca las facultades para decidir el programa (65, 102 ss., 141, 144, 256); argumentaba el gobierno demócrata que las medidas restrictivas tendían a fortalecer el mercado internacional y la exención favorable a Canadá, nos permitía preservar el mercado de la costa este, pero – importante énfasis – reconoce que el “tema se ha convertido en el asunto político más importante para el gobierno de Venezuela, para los partidos políticos y para la opinión pública venezolana” (132). Transcurrido el tiempo, los hechos apuntalan el nada estridente liderazgo del presidente Leoni de una extraordinaria sencillez, austeridad y honradez con la espontánea proyección de genuinos valores familiares, cuyo gobierno fue objeto del perdurable vilipendio de los insurrectos de entonces, reacios a aceptar el evidente fracaso de la aventura castrista; subrayemos, expresión de un sobrio y fiable modo de gobernar con las indispensables formalidades que ameritaba, a través de algunos rasgos que Guzmán Mirabal esboza: capacidad de trabajo, concentración en el asunto petrolero al relacionarse con la embajada estadounidense en Caracas, atrevimiento (SIC) de sugerirle a Johnson una solución definitiva al problema que, faltando poco, expone a través de un texto publicado por una prestigiosa revista del norte, al igual que pondera correctamente la necesidad e importancia del conocimiento personal con el presidente que nació y representó fielmente a Texas (122 s, 136, 195). El guayanés encabeza un equipo de comprobado profesionalismo, sagacidad, capacidad negociadora, notable habilidad al propulsar simultáneamente a la OPEP que ya provocaba expectativas distintas a la subestimación original en el mundo desarrollado; sobresalientes colaboradores que impresionaban a los norteamericanos, por ejemplo, Andrés Germán Otero (72 s., 295 s.), igualmente se debe al incentivo de un Leoni que “estuviera tan metido en su trabajo, conociendo los temas importantes y teniendo una visión práctica de la política en lugar de la teórica”, según testimoniara - en 1965 - Maurice Bernbaum, embajador norteamericano en Caracas (cit., 123). La acuciosa investigación histórica en cuestión, contradice el imaginario que cultivó y consolidó por décadas la izquierda perdedora, tercamente guevarista, voluntarista y afanosa del lenguaje anti-imperialista, en torno al gobierno de un adeco laboralista de la vieja guardia, como Leoni, por lo demás, indolente lacayo de los más altos intereses de las transnacionales, y, apuntemos, cuya gestión supo de los recurrentes sabotajes a los oleoductos por un guerrillerismo pertinaz; gobierno que interpretó adecuadamente el embargo petrolero a raíz de los acontecimientos del Medio Oriente en 1967, aumentando la producción a tono con el correspondiente Plan de la Nación (214, 217), implementó exitosamente los reparos fiscales a las compañías petroleras, estableció los precios de referencia, intentó una reforma tributaria, y logró el reconocimiento explícito del concepto hemisférico más favorable. Agreguemos, constatable en la prensa de la época, reforma tributaria que soportó una implacable contracampaña, paralizó las actividades parlamentarias, forzó al gobierno a una profunda rendición de cuentas, con el protagonismo de un interesado sector de la clase media luego abandonado por los más altos estratos de la economía privada que los financiaban, descolocados al acordarse las principales compañías petrolera con el gobierno (183, 185); así las cosas, por una parte, la tentativa de la reforma todavía está pendiente de un estudio más pormenorizado a propósito de su impacto y dimensión política, y, por otra, tampoco es de imaginar que un hipotético gobierno de aquella izquierda pudiera soportar estoicamente tamaña presión, dándole continuidad a un régimen de libertades y, al mismo, tiempo gobernando en su más amplia y generosa acepción. La obra de Guzmán Mirabal es de indispensable lectura para detallar el itinerario de una provechosa experiencia política que corrió el gravísimo riesgo del olvido, a pesar de sus magníficas lecciones, las que todavía desprecian aquellos creyentes en la política y la vida que la explica, acunan una vulgar simplicidad y tanto que cualquiera puede gobernar con un poco del sex-appeal que, convencidos estamos, no tuvo ni lo requirió Leoni, cuyos esfuerzos se orientaron a una defensa de nuestros mercados en lugar de arriesgarlos y cederlos; el hábil investigador accede a inéditas fuentes extranjeras, añadidas las curiosas transcripciones telefónicas, una bibliografía confiable, y al archivo del presidente Leoni que exigen de personas expertas y capaces para armar el magnífico rompecabezas que ha entregado Abediciones; somos portadores de una tradición política de gran valía, borrada o pretendidamente borrada por oficialistas y hasta opositores que, en el presente siglo, imponen una sesgada versión de la política misma, y, por ello, siempre es bueno tener a un historiador a la mano. Ejercicios pendientes Guzmán Mirabal escribe bien, algo que agradecemos inmensamente los aficionados a la historia, como también que suscite inquietudes, interrogantes y, en definitiva, misterios que suma a los que nos pueblan y hemos tardado en despejar respecto a acontecimientos, situaciones y actores de la vida pública que ejercitamos consciente o inconscientemente, como – a título de ilustración – Juan Pablo Pérez Alfonzo, un poderoso mito en el buen y en el mal sentido que pervive en las nuevas generaciones; éstas, desconocen su nombre, pero hay una moralina de derecha e izquierda que lo invoca, generalizando un poderoso e inexplicado sentimiento de culpa a propósito de la renta petrolera como elemento existencial. Varias veces, perdemos de vista al protagonista político, al enfant terrible de los años sesenta y setenta del XX que profesaba y profetizaba desde su casa de Los Chorros, leal amigo y compañero de causa que fue capaz de inventar o aceptar la invención de una consulta médica para no asistir a la reunión de los presidentes Betancourt y Kennedy en Caracas, por muy ministerial que fuese el fundador de la OPEP, previendo así cualquier malentendido por su consabida y vehemente postura, o evita viajar a Washington con el guatireño, se apersona a una reunión del secretario de Estado norteamericano Dean Rusk con el presidente Leoni, a quien asesora por una relación de “sincera camaradería” (59, 66, 142 ss., 237, 240). Demasiado evidente, el texto en cuestión reporta un elenco virtuoso de servidores públicos formados bajo un ideario partidista, e, incluso, con un anterior y ya lejano tránsito por el poder, cuya honestidad no ha desmentido la historia: algunos se vieron obligados a incursionar en el área petrolera con una estupenda solvencia y, otros, se especializaron gustosamente en ella; por citar dos nombres, está el consabido Pérez Alfonzo, y el de Manuel Pérez Guerrero de una brillante hoja de servicios, como otros citados por Guzmán Mirabal y, luce lógico, en la oposición había otros tan dirigentes políticos como estudiosos de las políticas públicas, sumada la específicamente petrolera, que bregaban desde el parlamento o los medios de comunicación por alcanzar el poder. Un elemental ejercicio de sociología política respecto a aquellas distantes décadas, revelan un fenómeno inherente a una sana dinámica institucional, a través de connotados y reconocidos expertos petroleros de diferentes banderías, comprometidos políticamente, como Leonardo Montiel Ortega, Rafael Tudela, Arturo Hernández Grisanti, Celestino Armas, Humberto Calderón Berti, Andrés Sosa Pietri, Alvaro Silva Calderón, Alí Rodríguez Araque, Bernardo Alvarez; en los días que cursan, respecto a la oposición, únicamente conocemos a Elías Mata de Un Nuevo Tiempo y a William Hernández, líder regional emergente de Encuentro Ciudadano. Finalmente, el trabajo en cuestión, nos tienta para otros ejercicios, como el que realizó Mondolfi Gudat, admitido en su prólogo (por cierto, la presentación que hizo del libro en la UCAB constituyó toda una cátedra): revalidó la tesis de Graham Allison y su clásico traducido al español como “La esencia de la decisión” (1962); probablemente, la paciente y detallada investigación de Guzmán Mirabal en un aspecto tan particular de la política petrolera, encaja en los supuestos ofrecidos por Yehezkel Dror en “La capacidad de gobernar. Informe para el Club de Roma” (1994). O indagar en qué medida aquellas arduas gestiones de los gobiernos democráticos, antes de la era de las bonanzas petroleras, cupieron o no en el imaginario social, remitiéndonos a “Petróleo, cultura y poder en Venezuela” de María Sol Pérez Schael (1993); y, a sabiendas del caprichoso imaginario político de la otrora ultraizquierda, todavía es pertinente calibrar el tema con Vladimir Lenin y “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916), contraviniéndolo. Post-data Un mensaje a nuestros amables lectores: nos tomaremos un breve receso vacacional, pues, ya son muchos los años consecutivos en los que, incluso, nos ocupamos del generoso espacio concedido por Opinión y Noticias, en estas fechas. Les deseamos a todos que 2025 sea escenario seguro de fructíferas realizaciones. |
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