Retorno del proscrito general Páez a Venezuela
Escrito por Luis Perozo Padua | X: @LuisPerozoPadua   
Sábado, 24 de Mayo de 2025 00:00

altEn 1858, tras una década en el exilio, el general José Antonio Páez regresa a Venezuela por invitación del gobierno. Una ley de amnistía y un accidentado viaje marcan su último retorno a la patria

A Wilfredo Bolívar
por su vigilia sobre las huellas del pasado

En 1858, tras una década en el exilio, el general José Antonio Páez regresa a Venezuela por invitación del gobierno. Una ley de amnistía y un accidentado viaje marcan su último retorno a la patria

El 25 de noviembre de 1858, durante una parada militar en Broadway organizada en su honor, el general José Antonio Páez sufrió un accidente que marcó su despedida de Nueva York. Su hijo, Ramón Páez, lo narró con crudeza: “Las autoridades militares de Nueva York le habían ofrecido una gran revista de todos sus cuerpos. Antes de su partida, cabalgaba hacia el patio de armas en compañía del gobernador King y una numerosa caballeriza, cuando su caballo cayó tres veces debajo de él en el resbaladizo pavimento de Broadway, aplastándole la pierna de la manera más espantosa”.

Cumplidos los protocolos y despedidas, el 2 de diciembre de 1858, Ramón Páez parte hacia Venezuela junto a su padre y su hermano paterno Manuel Antonio Páez Ortiz. El exiliado general embarca en el buque de guerra Atlanta y el séquito viaja a bordo del Caledonia.

Regresaban a Venezuela por invitación del jefe provisional de la República general Julián Castro tras amnistía mediante ley aprobada en sesión de la Convención Nacional el 12 de julio de ese año, la cual se le excitaba a “volver sin demora al seno de la patria”; proyecto de ley que se originó por iniciativa de varios diputados, a la cabeza de los cuales estaba el general Justo Briceño.

El propio presidente le dirigió oficio muy expresivo y comisionó a Juan Bautista Mijares, Juan N. Echezuría y Simón Madriz, para que hicieran la entrega personalmente del decreto al viejo caudillo llanero.

Por su parte, la prensa norteamericana no dejó pasar inadvertido el acontecimiento. The New York Times publicó varios interesantes y extensos artículos con motivo del regreso a Venezuela del general Páez que se pueden leer en el libro Cronología Historiográfica del General José Antonio Páez del historiador Roger Porras Belisario.

“Salida del General Páez para Venezuela”, tituló el New York Times, detallando con precisión el emotivo embarque del caudillo llanero. «A pesar de la debilitada condición del General Páez, resultante de su reciente infortunado accidente, y la tormenta que continuó durante todo el día de ayer, él manifestó su buena voluntad para salir…».

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Al mediodía del 2 de diciembre de 1858, destacamentos de caballería y artillería bajo el mando del general Spicer y organizados por el brigadier inspector Smith formaron frente al Hotel Astor Place, listos para escoltar al ilustre pasajero. Páez fue bajado en litera desde su habitación, acompañado por el alcalde Tiemann, el general Sandford y varios oficiales. Ya en el muelle, fue trasladado al vapor Atlanta. Al zarpar, la Compañía B del Cuarto Regimiento de Artillería disparó una salva de honor. La litera fue llevada a la cubierta y, luego, al camarote especialmente acondicionado para su descanso.

A las tres de la tarde, el Atlanta y el Caledonia partieron juntos, navegando por la bahía de Nueva York con la bandera venezolana ondeando en la proa…

En alta mar, la navegación a bordo del vapor Caledonia donde viajan Ramón Páez y Manuel Antonio Páez presenta múltiples inconvenientes, averiándose cinco veces, lo que se tradujo en “un retraso de entre tres y ochenta y cuatro horas cada vez”.

Así lo describe en sus papeles sueltos el acucioso historiador Wilfredo Bolívar, cronista oficial del municipio Araure, estado Portuguesa, quien desprendidamente nos proporcionó su colosal investigación sobre Páez en Estados Unidos, así como fuentes del Congreso.

El regreso del general José Antonio Páez a Venezuela a finales de 1858 fue un periplo que estuvo marcado por una cadena de vicisitudes y de contratiempos con el motor y las calderas del vapor en el que viajaba Páez y sus hijos, y está narrado en detalle en la obra The miscellaneous documents of the house of representatives (Los Documentos Misceláneos de la Cámara de Representantes. Impreso durante la primera sesión del trigésimo sexto Congreso en Washington 1859-60)
Sobre el respecto, el historiador Bolívar precisa: “En alta mar, la navegación a bordo del vapor Caledonia donde viajan Ramón Páez y Manuel Antonio Páez presenta múltiples inconvenientes, averiándose cinco veces, lo que se tradujo en un retraso de entre tres y ochenta y cuatro horas cada vez”.
En una correspondencia incluida en Los Documentos Misceláneos de la Cámara de Representantes, el comandante del Vapor Caledonia, A. Ludlow Case, informa desde Nueva York 2 de diciembre de 1858, a Isaac Toucy, Secretario de la Marina en Washington DC: «En obediencia a instrucciones posteriores del comodoro SL Breese, hoy recibiré a bordo una parte del séquito del general Páez y navegaré hacia Cumaná y alrededores.»
Veinte años después, un inédito escrito de los oficiales del buque devela algunos entretelones de la travesía. “Quizás —precisa el escrito— se podrían haber elegido mejores embarcaciones, pero la bandera [norteamericana] era lo principal, y los venezolanos, por regla general, saben más de caballos y ganado que de barcos […]. Entre nuestros pasajeros se encontraban dos hijos del general Páez, hombres de mediana edad. Había algunos militares cuyas fortunas estaban ligadas a la del general, pero nunca pudimos averiguar el estatus de la mayoría de los pasajeros. Entre los seguidores se encontraban dos ‘chicas Bowery’ de Nueva York, que supuestamente salían a enseñar a los venezolanos a usar la máquina de coser”, cita Bolívar.
El 15 de diciembre de 1858, el Caledonia llega a duras penas a Saint Thomas. Precisa la crónica del marino: “Realmente creo que llegar a Saint Thomas salvó algunas vidas; pues algunas de estas personas no probaron ni un bocado de comida durante la travesía, y su aspecto, al llegar a puerto, no era ni atractivo ni belicoso. Algunos, de piel muy oscura, eran de un verde bronceado espantoso. De esta categoría debe exceptuarse a Don Ramón Páez, un veterano viajero y buen marinero, además de un consumado artista y escritor”.
Los trastornos del traslado los hace público un mes después el periódico Baltimore Wecker. “Durante la última parte de su viaje —recoge el impreso— [el Caledonia] continuó experimentando condiciones muy duras, por lo que el barco corrió el peligro de encallar en la isla de Cuba. Mientras tanto, el barco navegaba, mejorado. Cuando el Caledonia llegó a Saint Thomas, el señor Ramón Páez tuvo el placer de asegurar que su padre, el General José Antonio Páez, hubiese recibido una recepción muy entusiasta, tanto por parte de los funcionarios como de la población, aunque no había sido el lugar de destino. Su hijo también fue tratado con gran respeto en la isla. El vapor Atlanta partió de St. Thomas en la mañana del 15 del último día [de diciembre] y quería reunirse con el general Páez en Cumaná […]”.
El 18 de diciembre el general Páez, Ramón, Manuel Antonio arriban a Cumaná. Desde allí, el comandante del Caledonia escribe la bitácora dirigida a Secretario de la Marina norteamericana:
«Estados Unidos. Vapor Caledonia. Cumaná 24 de diciembre de 1858. Señor. Tengo el honor de informar nuestra llegada a este lugar anoche con una parte del séquito del General Páez seis días desde St. Thomas tres y medio de los cuales el motor estaba averiado y no estaba disponible En la tarde del 21 tuvimos la suerte de llegar a la isla de Tortugas donde encontramos un fondeadero para pasar la noche y salimos a la mañana siguiente después de que se completaron nuestras reparaciones.»
El destino del Caledonia y su compañero, el Atlanta, no era Venezuela. Iban en misión expedicionaria a Paraguay. La parada en Cumana se realizó para desembarcar a Páez y su séquito.
La navegación a bordo del Caledonia donde viajan Ramón Páez y Manuel Antonio Páez presenta múltiples inconvenientes, arribando con ingente esfuerzo a Saint Thomas el 15 de diciembre.
Tres días después, Páez y la comitiva arriban a Cumaná, destino escogido por el lancero en agradecimiento al trato que en septiembre de 1849 recibió de esa ciudad oriental durante su prisión de nueve meses en el Castillo de San Antonio.
Las fiestas en Cumaná tienen un sabor de reencuentro nacional. Desde meses anteriores la ciudad se había preparado para recibir al antiguo reo del Castillo de San Antonio. Durante diez días los cumaneses dan rienda suelta a festejos populares en favor del llanero, describe el historiador Bolívar en sus escritos.
En el ínterin, el Gobernador José R. Armas y las autoridades de la isla de Margarita envían a Cumaná el bergantín Espartano para moverlo hasta Puerto Cabello, con la afectuosa exigencia de que Páez visite el suelo neoespartano que prepara un programa especial. El 28 de diciembre desembarca en Pampatar en silla de manos y es alojado en la Casa Nueva de la familia Maneiro donde recibe manifestaciones de especial estima.
El extenso programa es suspendido por las molestas que viaje ha causado por las afecciones del pie descoyuntado en Nueva York. Desde Margarita continúa viaje a tierra firme con destino a Puerto Cabello donde desembarca el día 30 de diciembre de 1858.
La prensa norteamericana reseñó su arribo a la patria, en un artículo del New York Times intitulado Llegada del general Páez a Venezuela, en cuyo cuerpo de la nota dice: «El Departamento de la Armada (Navy) ha recibido una comunicación del Comandante Ridgeley del barco a vapor Atlanta, enviada desde Barbados el 24 de diciembre. Él dice que el barco tuvo una travesía agradable hasta Cumaná. El General Páez disfrutó de buena salud, con la única excepción de que no era capaz de caminar, como consecuencia de la herida que sufrió en su tobillo en Nueva York, y tuvo que ser cargado en una litera hasta su residencia.»
En horas de la tarde del 6 de enero de 1859, el centauro hizo su entrada a Valencia. Una comisión se había adelantado, en la mañana, a esperarlo en Naguanagua; el Concejo Municipal, en pleno, recibió al ilustre proscrito y el batallón 5 de Marzo le rindió los honores militares, correspondientes a su alto rango. A la entrada de la ciudad le esperaba un grupo de damas que representaban las 21 provincias de la Nación.
Posteriormente se dirigió a la Plaza Bolívar y en la Casa de Gobierno lo esperaba el Presidente de la República, general Julián Castro, quien improvisó unas breves palabras de bienvenida, que fueron contestadas por el homenajeado.
Entre las palabras del oferente destacamos: “...a pesar de la diversidad de opiniones, de choques, y si se quiere de agravios, los hombres virtuosos podrán ser adversarios, pero jamás enemigos”. En su respuesta, el proscrito general ofreció su “...más eficaz cooperación para el triunfo de los principios que proclamó el pueblo”. Las pasiones políticas volverían a enfrentar a estos dos personajes.
Su entrada a Venezuela no fue un desfile militar, sino un peregrinaje fatigado hacia los ecos de un país que ya no era el mismo. En las calles de Cumaná, entre guirnaldas y clarines, quizás resonaban todavía los pasos de aquel joven centauro de las campañas del Apure. Pero el hombre que volvía era otro: herido, silencioso, envuelto en la melancolía de una patria reencontrada, pero también extraña. Allí terminó el viaje —no el del barco, sino el de la gloria.


Fuente:

  • The miscellaneous documents of the house of representatives. Printed during the first session of the thirty sixth congress 1859-60, in seven volumes. Washington Thomas H Ford. Printer 1860
  • Roger Porras Belisario. Cronología Historiográfica del General José Antonio Páez. Fondo Editorial de la Academia de Historia del Estado Zulia. Maracaibo – Venezuela, 2022
  • Apuntes e investigaciones del historiador Wilfredo Bolívar, cronista oficial del municipio Araure del estado Portuguesa.

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