La Casa que vence las sombras |
Escrito por Claudio Briceño Monzón | @CabmClaudio |
Viernes, 28 de Marzo de 2025 01:39 |
“El signo de la vida venezolana es el de la lucha constante por la libertad.” Enrique Bernardo Núñez
Ayer, mientras caminaba por la UCV, reflexioné sobre una expresión muy popular en Caracas que se extendido en la dicción nacional de los años cincuenta del siglo XX: "Esta casa que vence la sombra" segunda frase del himno de la Universidad Central de Venezuela. Esta alegoría convierte a la universidad en un espacio que genera conocimiento, y su enseñanza se presenta como un talento esencial para lograr el cambio necesario y crear esa aura de saber que es tan vital en el mundo, en busca del anhelado bien común que todos necesitamos. En un país tan irreal, tan abstracto y tan poco mágico, el espíritu soñador e imaginativo del venezolano de a pie se ve limitado. La luz, el agua y la frugalidad existencial nos han transformado en una sociedad de migrantes que tiene patria sin tierra, con una soberanía que parece estar en Jamaica, con Bolívar en 1815, arando en el mar. El pragmatismo de la pobreza real nos pesa en el día a día; no sabemos cómo mantener la esperanza ni dejar de soñar con un país soberano y saludable, donde todos sus ciudadanos puedan amar a Venezuela en su totalidad territorial y en su percepción democrática, entendiendo lo que significa votar y sentirse electores satisfactoriamente representados. En la Venezuela profunda, la que a menudo se olvida en la vorágine de la capital, "la casa que vence las sombras", que ilumina los rincones más oscuros de la ignorancia. Hoy, esta metáfora nos resonaba en esa casa que no se limita a las aulas; se extiende a todo el territorio nacional, a todas las personas, a todas las culturas. Pensando en el Orinoco, ese río gigante que cruza el país de sur a norte, uniendo a los venezolanos en un abrazo ancestral. En sus orillas, se han tejido historias de valentía, de resistencia, de un espíritu indómito que ha resistido a la adversidad durante siglos. Un espíritu que, a veces, parece dormido, pero que sigue latente, esperando despertar. Esa imagen del Orinoco, caudaloso y poderoso, nos hace pensar en la necesidad de una visión más integral de Venezuela, una que no se centre únicamente en la capital, sino que abarque la riqueza y la diversidad de cada una de sus regiones. Una visión que valore la cultura de cada estado, que reconozca la importancia de sus tradiciones, que respete la identidad de sus habitantes. La célebre frase que después de Caracas solo existen indios, fechas y culebras, que se suele utiliza para referirse despreciativamente a los estados fuera de la capital, refleja una visión reduccionista y displicente que debemos superar. Venezuela como un vínculo de piezas inconexas, que debe empezar a verse como un todo, un organismo vivo donde cada parte contribuye a la riqueza y la complejidad del conjunto. La 'casa que vence las sombras' debe ser un espacio de encuentro, de diálogo, de construcción colectiva. Un espacio en el que se fortalezca el sentido de pertenencia, se celebre la diversidad, se honre la historia y se construya un futuro mejor para todos los venezolanos, sin importar en qué rincón del país vivan. Un futuro donde el Orinoco, ese río majestuoso, siga siendo el símbolo de la unidad y la fortaleza de nuestra nación. La tarea no es fácil, pero la esperanza persiste. La Venezuela recóndita, con su riqueza cultural e histórica, es una fuente inagotable de fuerza y resiliencia. Es en ese corazón palpitante donde debemos buscar la inspiración para construir un país más justo, más equitativo, y más unido. Un país donde la 'casa que vence las sombras' ilumine a todos por igual. |*|: Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela por el Estado Mérida. Profesor Titular de la Escuela de Historia, de la Facultad de Humanidades y Educación, de la Universidad de Los Andes ULA, Mérida-Venezuela. Magister en Historia de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello. Doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata–Argentina. Coordinador del Doctorado en Estudios Políticos ULA. |
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