Putin y Trump: El peligro de los superegos
Escrito por Trino Márquez C. | X: @trinomarquezc   
Jueves, 17 de Julio de 2025 04:51

altDonald Trump se burlaba del expresidente Joe Biden porque no había evitado la guerra de Ucrania.

En realidad, invasión. Siempre se ha negado a llamarla de este modo.

Durante la campaña electoral, Trump insistió en que después de llegar a la Casa Blanca acabaría con el conflicto en un solo día. Luego se retractó diciendo que se trataba de una broma. Ante el fiasco, no le quedó otra. Han pasado casi seis meses desde que asumió la presidencia de nuevo y no ha avanzado casi nada. La confrontación se encuentra en el mismo punto que antes. Cada vez los ataques de Vladímir Putin al territorio ucraniano son más feroces. Los objetivos no son solo militares, sino también civiles. Las muertes de personas inocentes se incrementan constantemente. Putin no da ninguna señal de querer detener la agresión. Sus planes han resultado mucho más complejos e indescifrables que lo imaginado por el Presidente norteamericano. Ostensiblemente, Trump se equivocó. Subestimó al autócrata ruso.

Ahora, indignado por su fracaso –que se agrega a su incapacidad para detener el afán genocida de Benjamín Netanyahu contra Gaza- ha amenazado a Rusia con imponerle unos aranceles de 50%, si Putin no llega a un acuerdo con Volodímir Zelenski para acabar con la guerra en cincuenta días. De nuevo, el unilateralismo se pone de manifiesto. La respuesta de Putin ha sido categórica: no se dejará intimidar por Trump. Su eterno canciller, Serguéi Lavrov, le manifestó hace pocos días al poderoso jefe de china, Xi Jinping, que Rusia se había acostumbrado a sobrevivir con las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos y, por lo tanto, no estaba dispuesta a someterse a los dictámenes de la Casa Blanca. Guerra habrá para rato.

Siempre me ha parecido incorrecta la forma como Trump se relaciona con Putin, quien ha manifestado desde la invasión a la península de Crimea en 2014 su intención de expandir las fronteras de la Federación Rusa para tratar de alcanzar la dimensión e influencia que tuvo la antigua URSS. Ese afán expansionista e imperial se refleja también en las relaciones que cultiva con esa especie de colina que es Bielorrusia, donde mantiene en el poder a su lugarteniente Alexander Lukashenko, y en las regiones de Abjasia y Osetia del Sur, que se separaron de Georgia, luego de Putin promoviera un movimiento secesionista.  

Putin es un dictador al cual el enorme territorio ruso le queda pequeño. Aunque la Federación Rusa no es una potencia económica, y está lejos de serlo pues su economía no figura ni siquiera entre las veinte más importantes del mundo, aspira a ser el hegemón de toda la zona al este de Europa y compartir el dominio en Asia sólo con China, su gran aliada política, económica y militar. El objetivo de Putin consiste en formar un poderoso frente contra Estados Unidos y la Unión Europa. En resumen, contra el Occidente democrático.

Donald Trump no ha entendido nunca que Vladímir Putin no es un interlocutor cualquiera, sino un personaje que pretende competir con Estados Unidos en el tablero militar mundial. Que entiende la política como un conjunto de movimientos estratégicos orientados a convertir a Rusia en esa gran potencia que una vez fue. Putin ve el mundo organizado en pocos centros de poder, uno de los cuales es Rusia, con él al frente. 

La alternativa frente a Putin pareciera consistir en retomar el camino de la diplomacia internacional, lo cual incluye fortalecer al G-7, grupo por el cual Trump siente tanto desdén, estrechar los vínculos con la Unión Europea, también depreciada por el magnate norteamericano, y abrirse a nuevos vínculos con los distintos foros internacionales constituidos durante los años recientes, con la finalidad de fortalecer las capacidades regionales de diálogo y negociación. En este movimiento envolvente, Estados Unidos debería intentar debilitar a Rusia en el escenario mundial y fortalecer la solidaridad con Ucrania. La tarea no es sencilla porque, como he dicho, la cooperación por ahora entre China y Rusia es estrecha. Pocos países estarán dispuestos a distanciarse de la segunda potencia económica del mundo, y poner en riesgo los nexos comerciales y financieros con ella.    Intentar darle órdenes a Putin. Amenazarlo o coaccionarlo de manera unilateral, se ha evidenciado que constituye un grave desliz. En este caso, el error genera consecuencias letales para el pueblo ucraniano, víctima del delirio de grandeza del déspota ruso. La vía diplomática concertada luce más eficaz que los gritos de caporal. Para eso se requiere ser estadista, no publicista.

Los superegos de Putin y Trump están haciendo que la brutal invasión a Ucrania se prolongue, sin que se le vea solución a ese terrible drama.
 

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