La Cincuentenaria Coral Johnny Gómez de Duaca
Escrito por Alexander Cambero | X: @alexandercamber   
Miércoles, 26 de Noviembre de 2025 00:00

altLas inquietudes juveniles buscaban canalizar sus sueños. 

La ilustración brotaba en el horizonte como una alternativa válida en la construcción de vidas con propósitos. Se multiplicaban las reuniones para ir definiendo el perfil deseado. Entre ellos se presentaba la disyuntiva de escoger entre la política que fue el sostén principal del inicio de la idea auspiciada por el Movimiento al Socialismo con su postura novedosa para la época y aquellos que casi exclusivamente buscaban el arte como otro camino para la reinvención social; la separación paulatina fue colocando a cada uno en los márgenes de sus ríos interiores.

Los políticos a seguir luchando por lograr el cambio democrático, mientras los otros se dedicarían a darle rienda suelta al infinito universo cultural. Una bifurcación sin traumas; la historia tomaba distintos caminos. No era una ruptura embrionaria, significó el inicio de un gran sueño con matices distintos. Mientras la portentosa noche lograba acólitos entre las ilusiones de alcanzar lo pensado. 

Llegó el profesor Johnny Gómez, un hombre vestido de marrón, con cierta timidez; a la usanza de algún clérigo portador de la atalaya de las buenas noticias, se asomaba entre aquellos jóvenes sedientos de crecimiento. Traía como proyecto lacreación de una coral. Si bien era diputado suplente por el MAS, su inclinación era la música. Las primeras pruebas a las voces de los jóvenes involucrados en el grupo lo llenaron de gran ilusión; logró observar mucho nivel, como pocas veces había encontrado en sus distintos sitios de trabajo: «En Crespo se levanta una piedra y surge un talento musical», solía decir. Lo que vino después fue una verdadera revolución. Los jóvenes aprendían con ahínco llevando a otros a participar. El entusiasmo fue ascendiendo de tal manera que la Coral Duaca fue adquiriendo la robustez que tomó músculo musical al ser amamantada por una voluntad y disciplina de hierro. No querían ser una más; el anhelo era trascender hasta colocar con letras doradas un nombre en el firmamento de la excelencia. Y lo lograron rápidamente. Se presentaron en la plaza Bolívar de Duaca con gran éxito. 

Sus conciertos en la iglesia San Juan Bautista de nuestra entidad son de antología. Allí soltaron sus primeras amarras para lanzarse al océano de las grandes oportunidades. Siguieron creciendo a pasos agigantados. Comenzaron a recorrer distintos escenarios codeándose con las mejores instituciones coralísticas del estado Lara. El prestigio del grupo fue incrementándose de tal manera que sus presentaciones gozaban de gran acogida. La calidad vocal unida a la selección meticulosa de cada pieza interpretada le granjearon el prestigio que se ha mantenido en el tiempo. El maestro Johnny Gómez exudaba felicidad al disfrutar de su herencia. Las génesis del arte manifestado en cada tonalidad con la característica propia de cada miembro de la Coral Duaca, la responsabilidad de llevar en su magistral ejecución el nombre de un pueblo fecundo que los eligió como embajadores de su historia llena de matices extraordinarios. Cada espacio los recibía con el interés de un público admirador del buen arte, como una deliciosa copa de vino en los labios expertos del sibarita más iluminado. Su calidad desbordante en voces como corceles en las planicies del cielo. 

Los jóvenes se transformaron en antorchas que alumbraron senderos que otros transitarían. Nuevos talentos iban apareciendo mientras la camada inicial seguía como guía. Los años fueron coleccionando episodios maravillosos que alcanzaron los escalones de hacerse capítulos eternos de faenas en la multiplicidad de compromisos cumplidos. La infausta muerte del profesor Johnny Gómez, producto de un accidente automovilístico, fue un golpe noble al corazón de la organización. Desaparecía de manera absurda aquel hombre cargado de sueños y enseñanzas. El próximo ensayo quedó férreamente amordazado por el asalto de la fatalidad. Fue necesario recobrar fuerzas para seguir adelante. Apareció un tocuyano lleno de una honestidad inquebrantable. Un caballero rebosante de bondad trayendo consigo a la música como la herencia mágica de su linda     tierra. El profesor Daniel Silva se encargaba de la dirección de la agrupación. 

Fue imponiéndole su propio sello sin perder la esencia original. La institución creció para asumir nuevos retos que cumplió con creces. La calidad artística estaba allí como la heráldica de una sucesión genealógica donde los sucesores asumían su rol de continuadores de la idea inicial. Los aplausos de los públicos eran las expresiones que auspiciaban su viaje espiritual. Unos portentos iluminando con el canto. Como un merecido homenaje a su trayectoria, comenzó a llamarse: Coral Johnny Gómez de Duaca. No podía tener mejor membresía que aquella nacida de su genética armoniosa. El artífice de los fuegos iniciales quedaba inmortalizado por el reconocimiento de sus hijos musicales.  Las generaciones fueron llegando.

El relevo natural se enfundó el ropaje del compromiso. El legado había que mantenerlo con la calidad de siempre. Nuevos repertorios y la incursión en las épocas sin el rubor de perder autenticidad. Las voces como sinfonías celestiales en el coro de los ángeles sobre el paraninfo de las nubes conmovidas ante tanta belleza. Un buen día la sonrisa convocante del maestro Daniel Silva terminó en sollozos. El gran caballero de espíritu solidario y amigable moría dejando una huella imperecedera. Su impronta sigue entre los recuerdos más hermosos. El hombre que llegó a tocar con la celebérrima Sonora Matancera en unos carnavales de Caracas para acompañar, entre otras figuras, a la inmortal Celia Cruz, dejaba de existir. Otro duelo donde el canto guardaba duelo. Su performance es joya en el repertorio. Las experiencias subsiguientes    fueron magníficas con los distintos directores que heredaron lo sembrado por los maestros Johnny Gómez y Daniel Silva. Cada uno dejó sus aportes, siendo miembros de la historia que prosigue su marcha triunfal. 

Cincuenta años de actividades fantásticas. Un grupo muy calificado de exponentes que enaltecen el arte. Son los grandes embajadores del Municipio Crespo. Voces que son el infinito iluminado de estrellas tan resplandecientes que ellas fraguan un sendero perfumado por sus lauros. La excelencia de su canto es el vuelo nupcial de la exquisitez coral. Una huella que no la borrará el tiempo. Cinco décadas en el álbum de lo perpetuo bajo el signo de un grandioso pasado. Ya están listos con sus trajes de gala para la próxima presentación. Cada pieza es abrazarse con la rica tradición venezolana. Les esperan mayores desafíos que sabrán cumplir. Su calidad no desentona. Vienen otros aplausos en diversos lugares del territorio. No hay límites cuando existe gran categoría y compromiso. Muchas gracias por existir, por colocar el nombre de nuestra tierra en un lugar privilegiado. 

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